Sensación de Eternidad
"Sombras"
Aquella noche era
tranquila y clara, cuajada de refrescantes tinieblas, las cuales liberaban mi
cansancio y los resquicios de angustia. Las estrellas de plata y oro salpicaban
con sus chispeantes destellos sus fantasías, bajo el tenebroso luto de la
noche.
Las luces más vivas
palpitaban en el profundo cielo. De las constelaciones del firmamento descendía
esa sensación de eternidad que produce en las almas no acostumbradas a su
contemplación.
Se respiraba una
cálida brisa del sur, y mi alma extasiada se rendía prendada ante la llamada
directa de la naturaleza.
El silencio
reinaba sobre toda la extensión del
valle, que daba una sensación de vida. La luna con su escurridiza
oscuridad transportaba los murmullos de los álamos temblones y de los abetos;
el croar de las ranas en las orillas de plata del quejumbroso río. Y desde el
pedestal de la montaña de asperón, un búho interpretaba la llegada de la noche
como una señal de aquelarre con su siniestro ulular.
Contemplé el
estrecho valle erizado de casas iluminadas las cuales parecían decir: Aquí está
la paz y la alegría familiar.
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