Nebulosas de terciopelo
quinta
quinta
Desnudo
como el sol saboree la muerte. Vertí mi sangre en la enlutada amapola de la
vida con hedor a cadáveres insepultos en su isla de oprobio.
Arañe
los surcos de la tierra destilando su rocío de placer con la que el perverso
sol se sustentó en la ingravidez nítida de los cielos.
Siento
oxidado el vendaval púrpura en la calamitosa impronta de un destino que se
resiste a navegar por el proceloso mar de la vida.
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