CUANDO SE ABREN LOS OJOS DEL ALMA
Me
confundo en la locura de este mar de plomo donde rezuma la pesadilla y el
desastre, sudario donde un día sudé.
Envuelto
en vómitos de palabrería, completamente mecánico, consumido por los rudimentos.
Mientras
otros disertan, un murmullo etéreo se atrofia en la lengua muerta de los vivos,
reduciéndolos a la razón de lo absurdo.
El
disco de la eternidad está ahí, cual salvavidas llamando al náufrago, hasta
caer directamente de las nubes como plomada en su alma.
La
cual me dice: “La aurora no será siempre rosada” privándome del espectáculo de
ver mi risa iluminada en el grueso del firmamento,
ávido
de distracciones.
¡Qué
claro y sencillo se torna todo cuando se
abren los ojos del alma!
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