sábado, 16 de marzo de 2019

La fiebre del oro "Cuarta parte" En busca del valle del amor



La fiebre del oro
 
"Cuarta parte"


La región de Buenaventura es rica en yacimientos mineros, sobretodo de platino, petróleo y oro, ello le llevó a hacer sus pinitos, pues estaba seguro que allá a donde escarbara acabaría encontrándolo.
Además, en el sitio conocido como Bendiciones, ampliando una carretera para convertirla en doble calzada para mejorar la movilidad hacia el más importante puerto del país, al remover la tierra la maquinaria pesada  salió a flote gran cantidad de oro, lo que no dejaba de ser curiosa aquella situación, pues las labores de hacer la carretera no se podían paralizar, y miles de desempleados que pretendían ganarse la comida acudieron en masa a aquel punto, y por supuesto Eduardo Y Peter también lo hicieron. El sitio donde se encontró el aluvión de oro es el mismo donde hace tres años un alud se llevó a numerosas viviendas y la vida de cuarenta y una personas en las fechas señaladas de la Semana Santa.
 
Pero aquella situación no pareció gustarle demasiado a Eduardo, ya que su espíritu aventurero le decía que tenía que ir a otro lugar más lejano y pensó en ir hasta Brasil, lo cual no le fue del todo fácil ya que cuando se adentro con su amigo Peter en las selvas colombianas, tuvo que sortear otros peligros con los que no contaba, pues se dio la situación que las guerrillas de las FARC, en esos momentos estaban especialmente activas, con cerca de veinte mil guerrilleros armados hasta los dientes, dándose el caso por un lado, de que fueron confundidos por soldados del ejército de la guerrilla, creyendo que se habían adentrado en aquellas selvas donde abundaban las plantaciones de coca a modo de espías, y por otro lado el ejército, que seguramente veían fantasmas por todas partes, también creían que eran guerrilleros, por lo que se vieron en la necesidad de ir sorteando a unos y a otros e incluso se vieron obligados a responder al fuego enemigo con los rifles que adquirieron en Dawson City, para protegerse de los temidos gróenles (osos pardos)

Tras atravesar las selvas de Colombia,  no sin pocos esfuerzos, llegaron a las casi inexpugnables selvas  de la Amazonía Brasileña, para seguir con   su particular búsqueda de tan preciado metal. Siguiendo los pasos de la también llamada   fiebre del oro que se desató en Brasil en el siglo XVIII como alternativa a las plantaciones de la caña de azúcar.  Y estando bateando oro en la confluencia del río Amumbay y el río Paraná  en las   recónditas selvas del Mato Grosso, que en portugués viene a significar, “matorral grande” o “selva espesa” una tribu de indígenas Cuiba lo elevaron al trono a los pocos días de verlo. Pues por su trato amable y sus peculiaridades físicas: alto, pelirrojo y bien musculado, consideraron que era el Dios hecho hombre que durante tanto tiempo estaban esperando. Ya que al contrario de los primeros jesuitas que allí llegaron, a los cuales no parecía repugnarles la idea de la esclavitud, ya que  los jesuitas creían firmemente en la doctrina aristotélica, de la servidumbre natural de los hombres “inferiores”  y por tanto  favoreciendo la esclavitud africana, y tratar a los indígenas con suprema indiferencia, cuando no de salvajes. Por tanto, al tener grabado los nativos  en sus memorias  que, algunos grupos pertenecientes  a su pueblo, fueron víctimas principales desde la colonización de los portugueses, no sólo por la destrucción de sus hábitats, sino porque los colonos los eliminaron físicamente. Trágicos recuerdos que sin duda prevalecían de boca en boca, como el caso ocurrido en 1.870, cuando Pedro del Carmen Gutiérrez, invitó a 250 cuibas a cenar y los mató a todos. Ya en fechas más recientes en 1.967 ocurrió algo similar con una familia extensa en la Rubiera. Además de matanzas de cuibas por razones políticas en Planas en 1.970. Pero Eduardo, al tratar a aquellos nativos  como seres excepcionales, ya que hay que ser muy “excepcional” para poder sobrevivir en aquellos ambientes donde el peligro acecha constantemente al estar rodeados por una naturaleza primitiva por cualquier parte que se mire, se ganó la confianza de aquellos indígenas, que vivían de la caza, y la recolección y que se movilizaban estacionalmente de acuerdo al régimen de lluvias. Los cuibas son cazadores muy expertos con arcos y flechas, impregnando con “curare” la punta de sus flechas  o las flechitas de sus cerbatanas con aquel mortífero veneno. La caza en aquellas selvas se constituía fundamentalmente de venados, soches, chigüiros, pecaris y lepias. Y  también utilizaban el arco para pescar en los ríos. El arco pues, era su único medio de defensa junto con las cerbatanas, por lo que ambos utensilios  lo llevan a cuestas constantemente.
 
Tras ganar la confianza de aquellos indígenas, Eduardo Y Peter entraron a formar parte de ellos, y a considerarlos como parte de su familia.  Pues Eduardo, recordando la frase que su amigo Javier les dijera en el bar de la señora Prudencia el día que se conocieron, de que “todos estamos llamados a ser caballeros no sólo para salvar  a princesas bonitas  encerradas en castillos, sino también para salvar a aquellas personas que tanto sufren en nuestra sociedad” Consideró que quizá la estrella de su destino le indicaba que su valle del amor se encontraba en aquellas selvas,  junto aquellos indígenas históricamente tan mal tratados, y como también le dijera a Luz ,en el ayuntamiento, él era capaz de morir por defender a un amigo, o por un acto de injusticia.
 
Su amigo Peter Welam, se mantuvo con él varios años, y al haberse ya restablecido de sus intentos suicidas, decidió que marcharía nuevamente hasta San Francisco una vez que llegara a lo que normalmente se denomina civilización, es decir a la ciudad más grande del Mato Grosso, Campo Grande. Y  desde allí, cogería un vuelo hasta San Paulo, y otro que definitivamente lo llevaría hasta San Francisco, donde  pensaba ponerse a escribir novelas, donde quedaran  reflejadas todas sus aventuras  vividas al lado de su ya inolvidable amigo Edwards.

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