Salida de un cuento de hadas
Suspirando por tu amor
Me paso los días enteros
Con tu ternura y candor
Me regocijo en mis sueños.
Más es amor altruista
Y platónico a un tiempo,
Por sentir yo la desdicha
De quererte sin saberlo.
No chocaron las miradas
Más bien estas divergieron
Por temor me rechazaras
Con la frialdad del hielo.
¡Sí! Ahora sé cómo te llamas
Me lo dijo un compañero,
Que vive junto a tu casa
Y sé el día que naciste,
Justo al renacer el alba,
Formando al sol un eclipse
Que duró dos horas largas.
El tiempo que duró el parto
De aquella tibia mañana,
Tu piel como el alabastro
Sigue de tersa y de blanca.
Y tu virginal pureza
Aún se refleja en tu cara,
Cara de diosa y princesa
Salida de un cuento de hadas.
No es de extrañar
que con flores
Te envuelvas ¡oh, linda joya!
Tienes muchos admiradores
Que codician tu corona.
Yo soy un pobre labriego
Me quiso Dios de esta forma,
Por eso, te veo muy lejos
En una encumbrada loma.
Donde merodean los buitres
Que se sacian de carroña,
Y con sus briosos envites
Emponzoñan lo que tocan.
Yo a ti mi amor venero
Pero sufro de la lástima,
De que otros con su dinero
Te coloquen las mortajas.
Si yo mi amor convirtiera
En guineas y doblones,
No habría en toda la tierra
Sultán con bienes mayores.
Más no creo busques fortuna
De esa que todo lo absorben,
Como moscas importunas
En días de fuertes calores.
Porque lo que necesitas
Es que a tu lado esté un hombre,
Compartiendo ambos la dicha
Y siempre llena de goces.
Alguien que te cuide y mime
Sin oír nunca un reproche,
Y la senda la ilumine
Para que Dios ponga el broche.
***
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