Se
derrite la nieve,
se hincha el torrente,
extendiéndose de súbito
con sus olas inflamadas
por la parda llanura.
Ecos extra temporáneos
Rasgan con furor los vergeles viejos.
Mientras
las atroces tinieblas
De
la nube hirviente,
se encarama en la cabeza
de los famosos semidioses.
El fantasma azul de mi miseria,
cabalga a lomos
de mi historia
cual estirpe carente de futuro.
El turbante del silencio
apaga
las lámpara de caoba y ébano
mientras el rayo de cobre
centellea en las tinieblas
de mi noche proscrita.
Envuelto en penumbras
cruzo las afiladas esquinas,
alguien me observa con ojos inquietantes.
Son los ojos de la rémora del pasado
Prosigo andando y los veo,
están apoyados en un alerón
del tejado de la codicia,
la cual, martillea a la luna
que tras el espigado campanario, asoma,
derramando sobre su cruz
lágrimas de fuego y sangre.
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