Sueños
incrustados en quimeras donde la sangre fría del lagarto apura la última gota de
mi turbada alma.
Un
látigo amarillo restalla en la tierra mientras unos ojos fecundos en lágrimas pestañean
ante el ocaso de un siglo.
Un
orgasmo fantasmal se diluye en el cetro de la justicia tornándose en el
horrendo garfio que se humilla ante el altar de la negra indiferencia.
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