jueves, 21 de marzo de 2019

El poeta de los cisnes


 


 
El poeta de los cisnes

 
 
El poeta de los cisnes y las rizadas olas, yace en mí.
 El pezón de la tormenta y los labios dormidos de las nubes.
Su espíritu arranca de cuajo  las algas de las profundidades
 y alisa las barbas  de los hermosos rayos de las constelaciones,
atravesando el fuego de mis ojos
y blanqueando las tinieblas con su cal impoluta.
 El céfiro en su dorado juego
 muerde las cimas de los desnudos montes,
gloria de nieve, donde no brota ni una gota de sangre verde.
El recuerdo amamanta la desolada ciudad,
 y sus pétreas manos emborracha mis entrañas
 sumergidas en los arreboles del primer sueño.
El viento anciano crucifica mi juventud azul
con su labio indómito,
 y los profusos gorjeos de la conciencia
 dan color a mi isla con su túnica luminosa.
Desnudo en la vida
saboreo la fulgurante amapola de la muerte,
roja rapaz de aguzadas garras,
mientras se desgañitan los corderos
cubiertos con manto de armiño,
dilatando el rocío con sus ojos destilados de ansiedad.
El futuro se yergue mundano,
 como el mastín traicionero que rotura el tiempo,
rabioso de sangre.
Abro el secreto de mis venas,
 y la madreselva de oro se oxida como el hierro
 zambullido en un mar hirviente y sin fin.
* * *

 


 

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