EL TORNADO DE LA VIDA
El
reloj voraz del tiempo araña nuestras carnes macilentas y caemos en un pozo
interminable, tan hondo que no tiene fondo.
El
corazón ya hecho jirones, y los ojos jalonados por los eriales grises de la
melancolía se derrotan ante la flor carnívora que planea con sus febriles alas por
la afilada navaja del ocaso.
En
su viaje frenético recita el erizado poema, que agazapado tras las cortinas
rojas del horizonte tremulan sus tildes de ceniza en la región ártica de la
tortura.
Sus nubes glaciales ulceran sin recato la
abotagada perla del cielo.
Mientras
mi voz amamanta la desdicha del fulgurante acantilado de mi piel, condenada al
desaliento sangrante de los oblicuos ojos del sol, donde día tras día, afloran
de sus pupilas escamas flamígeras de nostalgia, envolviéndonos en sus aceradas
mortajas, cual alacrán desnudo que se agosta dentro de la herrumbrosa cárcava
de la vida, donde el dorado incienso de la nostalgia, huracán terrible que
taladra la luz, aquilón núbil de la conciencia, cruje como yesca en el limo
verde de mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario