domingo, 17 de marzo de 2019

Versos de mujerIII


Versos de mujer


 I

el verso es el rocío de las palabras,

 el rocío de los ensueños

y el canto, luz olorosa,

emanación de rocío que

corona el aljófar matutino

donde las raíces del silencio

taladran el bosque del tiempo.

Mas hoy mi voz quiere elevarse
 
cual águila imperial

para mostrar mi poesía desnuda,

pétalos de alhelí,

 arquitectura de luz
 
en un páramo de rectitud

patrimonio de mi conciencia,

heredada de la estrellada alegría de mi tierra,

donde la poesía
 
abre las puertas del alma de los seres.
 
II

Manuel, quisiera olvidar que,
 
 tú fuiste el primero y el único.

Quisiera enterrar el vuelo del níveo albatros

hasta ceñir el mundo con su temblor divino.

Estoy rodeada de tétricos silencios

donde se pierde el coral del crepúsculo.

Un hilo de vacío embriaga esta ribera

donde me hallo rodeada de toros con ojos de fuego

y edificios cual torres de Babel,

 que desde aquí parecen arañar el cielo.

El pálido topacio que se resiste a morir

hundido en la cordillera de arreboles

donde se despeña el dorado cereal

y donde los chacales
 
 con su poderoso metal de muerte

erosionan mi frágil fortaleza,

laureles que se desgarran

en las desdichas de sus redes de mármol.
 
III


El sol derrite sus mieles
 
en la raíz de los ensueños,

cristalino corazón que gravita

sobre un éter de ternura,

 labios del pueblo honrado

y trabajador de antaño,

cuando la noche devoraba
 
el rumor profundo de la calle,

sin el atropello constante de las herraduras

con su ancha piel
 
golpeando las puertas soleadas,

soliviantando la paz de sus moradores.

Hoy el viento crepita las
 
viejas páginas de la historia,

ruiseñor azul que deslumbra
 
 el púrpura de mi bandera.

Estoy sola, borracha de martirio,

mutilada, despedazada quizá,

tras el combate de tu prolongada ausencia.

Aquí en esta colmena de aluminio y vidrio

donde la tierra se agiganta
 
con sus acipresadas sombras.

Cojo la guitarra por la cintura
 
y me pongo a cantar,

soy un pájaro ciego, un trovador de nieve

en medio de un océano de labios turbulentos

bajo un universo de azufre,

sin su manto de estrellas rutilantes.
 
IV

Cuando me despierto de mi espinoso sonambulismo

recobro el espíritu de las ensortijadas flores,

guirnaldas que se encienden en el agua marina ,

 indomable carnicero alado sin fronteras lunares,

gárgola engendrada en la noche del terror

donde infernales baluartes fueron sostenidos

por puños de hierro,

sometiendo el orgullo augusto de la patria

que hacinada en canciones

 royeron el duro siroco de los desiertos,

cruz de los pobres.
 
versos de mujer

 

Hoy quisiera estar solamente contigo

dado que el amor tiene más derechos que el olivo

con su estrellada alegría,

aún a costa de tener su madera
 
educada para el sufrimiento.

Cae la tarde, el corazón se desgrana de pan y paz,

los niños cesan sus juegos
 
en la arena dorada de la playa,

sube la marea y sus ensueños
 
 transformados en castillos

se desmoronan tras titánicas olas

 aplastándolos con  pies de nácar.

Quizá mañana estos niños siembren rosas,

 rojas como la viva sangre,

y frutos y obras para el esplendor del mundo,

 aunque tan sólo lleguen a ver la luz y el aire

de una mazmorra,
 
 donde se degüellan los ensueños

a violentos golpes de espada.

Abrumados por la atenazante ignominia

la nieve azul se cicatriza

con el follaje preñado de píldoras

 del anónimo sol del universo.

Las últimas sombras arrinconan
 
 a la araña venenosa,

mientras el polen de oro se esparce

en el rocío de la negra cabellera de la noche

donde los murciélagos
parecen extirpar su flébil vuelo.

* * *

 

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