Nebulosas de terciopelo
cuarta
cuarta
Vertí
vinagre en mi conciencia tiñendo mis aplausos a los broncos abismos
donde
gime una amalgama de huesos humillados.
Me
castigué las manos para iluminar las tinieblas de mi memoria, como un ascua que
se consumió en las profundidades de las amoratadas nubes.
Removí
los tizones de mis negros iconos con las manos sedientas de fuego.
Apreté
los dientes cual red invisible que aprisiona las inocentes palabras
que
juegan en el letargo de su aliento.
Gocé
del horno virgen de las arterias y sacrifiqué el altar azul de la prudencia.
Tremendas
cariátides de asperón con el pecho henchido ensombrecieron el susurro de los
céfiros orlados de buitres negros.
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