jueves, 14 de marzo de 2019

Cuando se abren los ojos del alma "segunda parte"

Cuando se abren las puertas del alma
 
" Segunda parte"
 
Con la infinita calma de los primeros tiempos, disipando el espejismo de una estrella en el estrecho cielo.
Encolerizados matarifes oscurecen el suelo de la tarde, armados con sus mejores armas para dar el asalto a la inmortalidad.
Fatigante es esta caza de la que de nada sirve estar prevenido, donde se inclina ante un farfullo de hombre.
Me abandono a la mala suerte para poder gritar al término del engaño que yace al acecho de cada pregunta embalsamada, recordándome el calor de la miseria la cual, carga sus acentos en las espinas del sufrimiento.
Así, sumergido en la colmena que se ahúma, tentado a abandonarme
con la fatiga del ayer, y rodeado por doquier de huesos espesos ,que acuchillan mi cielo con su fósforo hiriente.
Me desplomo bajo mi propia piel y mis propios huesos, piel y huesos verdaderos, muriéndome de soledad y olvido, metido como un fósil en la roca mientras en un murmullo de desgarrados jadeos confundidos con risas huecas y silencios entrecortados  hallo mi corazón en medio de las umbrosas zarzas, como un enterrado demasiado pronto.
Juvenil abyección, pueril medio para aceptarla perversa hostigación
del sucio individuo que acicala sus bigotes de rata, cual fístulas acarreando el pus de la flagelación.
Hechos de fatiga, de roída vejez donde se hunde el pecho por el desgaste del trabajo.
Montón informe, sin rostro, obrero del tormento que se refleja en los ecos de la historia.
Mas pese a defenderlo, a menudo, el aire viscoso con su red invisible
se desmaya ante la luz del paraíso y la soledad.
Bienaventurada voz que se descarrila en ese gran ojo negro y huraño que sólo sirve para germinar llanto cóncavo cristalino que viene a decirme:“El hombre, al igual que la palabra nace, crece, languidece y muere.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario