jueves, 21 de marzo de 2019

Contemplando el horizonte "Sombras





Contemplando el horizonte
"Sombras"




Salí a la puerta. Ya el sol haría dos horas que habría asomado. Este, se hallaba rodeado de unas aureolas luminosas. Entre los cirro-estratos; soplaba una ligera brisa de poniente. El pálido rocío cubría calladamente las perlas de la llanura. La fría mano de la noche las fue dejando caer sobre el terciopelo de las flores.
El cielo estaba claro, todos los arreboles estaban llenos de dulzura, cuajando en mi alma y haciendo estremecer todos mis sentidos. Los pardos moscardones zumbaban chispeantes en la sublime y azulada atmósfera.
Un penacho de llamas irisadas deslumbraba en las piedras agudas de la colina cercana y era tanto su resplandor que la luz parecía gris ante mis ojos vencidos.
A esas horas, incluso ya empezaban a hostigar los tábanos, que acudían sobre mí como a una bestia. Después de espantarlos, se retiraban bajo la bóveda del bosque espeso.
Con los párpados entreabiertos estiré mis miembros cansados. Mi alma confundíase con las cosas, para acabar en un éxtasis emanado de mi corazón. Pues a esas horas la naturaleza despliega sus más vivos colores. Todo parecía estar en armonía: los pájaros cantores como el reyezuelo chico (el pequeño rey de los pájaros) cantaba entre los abetos, y los silbadores como el lugano silbador componía hermosas sonatas con sus dulces trinos; hasta las gallinas cacareaban bulliciosamente, dando a entender que habían puesto su huevo del día.

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