Cuando se abren los ojos del alma
Las
lágrimas manan sin parpadear, sin saber si es de rabia o de impotencia.
¡No
comprendo nada! como humo inmóvil inmerso en el paraíso o en su espíritu de
geometría, el cual, empuña la antorcha de la vida.
Esas
luminarias que silbando parecen una cobra en su ritual danza macabra.
Con
ella, el silencio extingue las luces. Convulso de inquietud,con
los ojos desterrados de su terciopelo me envuelvo en el manoseo de
las rutilantes estrellas desalentando con mi estupidez la forma de modelar a un
loco que ni siquiera puede descubrir su voz quejumbrosa. Como tampoco el honor
de su tétrico silencio.
El airé
comprimido del jarrón de la razón da paso al sufrimiento del calabozo donde me
purga como a un cerdo de todos mis insomnios verdaderos armisticios, sin
revisar ese ojo oscuro impregnado de inteligencia laica, hasta caer como una
hoja en otoño,inerte
e impasible.
Así desdichado, frío como el alcanfor, topo de porcelana en medio
de la palabra y del pensamiento, fantasmas parlantes buscan un rostro sempiterno responsable de
este estado de cosas.
El
silencio vuelve a descender sin rebabas como una lengua de fuego haciendo
perder la cabeza que descansa un instante en el umbral de la historia, pasajero
en la tierra, donde la conciencia se fusiona con la absoluta nada.
Y
en esos posos uno descubre que se trata sólo de un sueño imaginado, a buen
seguro un espermatozoide que se muere de frío despuésde
un sueño lúbrico, migaja aposentada en la cima de la historia de cada día, quicio del alba, donde se proyectan afiladas sombras en las
entrañas de las palabras.
Anoréxico
cuervo nacido y muerto en la jaula del diccionario, indigestado por el ruido tras zambullirse en
el horizonte del placer.Lugar
donde se hallan las llaves de la noche, bajo una luna que se olvidó de su fuego.
Torbellino
lento de palabras que viajó bajo la luz, residuos de visiones donde
se forjan los proyectos para la última hora de la eternidad.
Guerra
que nace y muere tras penetrar en el silencio donde duermen las estaciones bajo
la bóveda del firmamento.
***
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