sábado, 2 de marzo de 2019

Durmiendo en la sierra "Sombras"


Durmiendo en la sierra
"Sombras"

 

 Tenía tantísima hambre y mi debilidad era tan grande, que la idea de morirme poco a poco me parecía ya de lo más natural; Pero la muerte hubiese sido en esos momentos una felicidad demasiado grande. La muerte libera a los muertos; pero no a los vivos, me decía mi subconsciente, como si fuese el fruto de las banales reflexiones de un pez en el mar profundo. Sencillamente esperaba al generoso sueño como una transición sin tropiezos, y me preguntaba extenuado de cansancio y de necesidad: ¿A caso es imprescindible pasar por experiencias tan duras, para purificar el alma, o verse a sí  mismo por transparencia en la charca de la estupidez? No tardé en dormirme, porque se puede dormir con un corazón inquieto cuando la conciencia está tranquila. Mas mis sueños eran cortos y repetitivos, enseguida me despertaba al percibir cualquier crujido: ululares de lechuzas y demás aves de mal agüero. El nebuloso bosque se llenaba entonces de misteriosos ruidos, dando la sensación de estar siendo observado por dríades, duendes, trasgos  y silfos. Escuchaba todo el  murmullo del bosque mezclado con el silbido de las ramas de los árboles que el abominable viento parecía martillear. Mi imaginación daba un lenguaje a todas esas bocas hambrientas que alza la naturaleza material entre el sueño de los hombres y el silencio sepulcral de la  noche tenebrosa.
Temblaba,  un abominable terror irracional se apoderaba de mi alma, al pensar que algún animal pudiese invadir mi improvisado cobijo para aprovecharse de mi escaso calor corporal; sobretodo algún escorpión o alguna temible víbora, con su mortal abrazo envuelto en ironía, introduciéndome su veneno letal. 

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