Dichosa tú, ¡oh mujer!
Dichosa tú ¡oh mujer!
De belleza inmaculada,
Y dichosa sea tu madre
Que te engüeró en su
entraña.
Aunque ahora sea vieja
Y su esbeltez de muchacha
Esté hoy curvada.
El paso del tiempo
Cubrió de reumas su cuerpo
Y en su frente hay níveas
canas,
Ve en ella tú reflejo
Por tu cara tersa y lozana.
Porque como ella
Fue un día deseada,
Y ahora se encuentra
Como un trasto arriada.
Dichosos los gritos
Que al viento lanzara,
Convertidos en júbilo
Y en victoria forjara.
Los llantos y risas
Entre sí se enlazan,
Las penas, las glorias,
Prosiguen su marcha.
Es una moneda
Que tiene dos caras,
Sueños infantiles
Realidades vanas,
Espíritus móviles
Sutiles del alma.
Con el tiempo se pierde
Hasta la esperanza,
Y deseas la muerte
Con su fría guadaña.
¡Qué viene! ¡Se acerca!
Ya está en tu casa,
Qué viene a llevarte
A su oscura morada,
Donde nadie escapa
de entre sus seis tablas.
***


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