Desde los acantilados de Acapulco
Viajes
Desde sus acantilados
Realizaba el salto del ángel,
Sin temor al océano
Desde los barcos lo hacía antes.
Así ganaba unos pesos extraordinarios
Que ofrecían los turistas opulentos
O incluso dólares americanos
Por aquel temerario pasatiempos.
En Acapulco gané una vez
Un concurso de saltos en piscina,
Yo nadaba como un pez
Y me
deslizaba como una anguila.
Como un gusano, miré hacia arriba
Y repté hasta lo alto del trampolín,
Como estatua de bronce que al sol brilla,
Escupido al cielo de la palanca surgí.
Como una flecha disparada por un arco,
Como en géiser emanando su vapor,
Como un cohete que se lanza al espacio,
Como una pluma al viento, mi cuerpo se
elevó.
Y desde arriba, miré aún más alto
Y empecé
a aletear cual golondrina,
Pareciéndome entonces sencillo vaso
La piscina con su agua cristalina.
Con la cabeza erguida y brazos estirados
Empecé a descender cual águila real,
Sumergiéndome en mi cuerpo enrollado
Para realizar el primer giro mortal.
Seguí precipitándome al vacío
Llenándose de un fuego mi interior
A la vez que arrastraba un silencio
sombrío,
Quedé en su superficie fijada mi
atención.
Al poco, sentí romper el agua con mi
cuerpo,
Un chillido agudo, como el de un violín
Enredó mi ser con un fuerte beso,
¡Ahogándome! ¡Hasta que emergí por fin!
Luego, mis manos y pies fueron aletas,
Mi musculado cuerpo, hueco cartón
Que al agua no ofrecía resistencia,
mientras, daban los puntos por el altavoz.
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