miércoles, 27 de febrero de 2019

La rosa de la Eterna Juventud "Segunda parte"






La rosa de la Eterna Juventud
 segunda parte
 
 

Le cambian las formas

Aunque no los modos,

Con el miso dogma

Éste, trata a todos.

David- Si está tan desconocido

¿Cómo lo reconoceré?

La voz -Es muy sencillo

 A primera vista lo has de ver

Le cruzan cinco barras

El campo de su escudo,

A modo de el zarpazo

Que dio a los suyos,

Convirtiéndose en tirano

Y en su peor  verdugo.

*--En la cima parecía coronar

Una columna de pizarra

Rematada por una forma oval,

Cual gigantesca rana

En trance de saltar.

Ya en su adusta cima

Con aspereza de sílex

Se arremolinaban las ventiscas

En un tránsito de nubes grises.
 

Era un ser ínfimo de cara yerta

En una cumbre donde solo subsistía

El liquen agarrado a las piedras.

Desafiando a tal porfía

Pronto vio la oquedad,

Tumbada encontró la piedra

Su centro estaba horadado

Semejante a una rueda.

Lo que había allí representado

Parecía cartas astrales

Y descifró algún párrafo

Con las siguientes frases:”

“Aquel que esta piedra rompa

Y la convierta en pedazos,

Si es por una causa noble

Siempre dará en el blanco.

Después nunca ha de decir

Donde esta piedra halló,

Pues es castigo de  Dios,

El que vuelva repetir

Con la piedra dicha acción.”

Partió David un trozo

Y después la dividió

Para el tamaño de su  honda,

Con ellas lleno su zurrón.
 

Bajó hasta la fortaleza

Donde estaba cautivo su amor,

Al llegar ante su puerta

De un grito fuerte llamó.

Había allí, dos centinelas

 A los cuales advirtió

De cuál era su propósito,

 “El que advierte  no es traidor”

Entregarme a mi amada

O derramaré la ira de Dios,

Pues es Dios el que castiga,

Yo, sólo soy su ejecutor.

Se mofaron y rieron

Ambos de muy buena gana,

Más se cortaron en seco

Al ver como David se enojaba.

Apenas frunció el ceño

 A estos les cambió lacara,

Pues hay miradas que cortan

Como el filo de una espada.

De los dos, dijo uno al otro:

¡Anda ve y díselo al Señor

Que quiere un mocito sólo

Llevarse a su bella flor.

Centinela-Señor, ha llegado un jovencito

Que exige le sea devuelta su flor,

Tan firme es su propósito

Que habla en el nombre de Dios,

 E incluso de un demoledor castigo

Si se desatiende su petición.

Señor- ¿Cuál de ellas?

Porque si es la rosa azul

Apenas dejé de olerla

Se secó con prontitud!

Centinela-No es esa flor mi señor,

Sino la joven doncella

Que tiene vos encerrada

En la más alta almena.

Señor-¿Quién, la hija del leñador?

¡Pero quién es el atrevido

Que escudándose en el Dios  Divino

Pretende segar mi pasión!

¡Es acaso un noble caballero?

-centinela-¡No, mi Señor!

Señor-  ¿Es él un bravo guerrero?

-centinela-¡No, mi Señor

- Señor-¿Es un temido enemigo?

Centinela- ¡No,  mi  Señor!

--Señor-¿quién es él entonces?

Centinela-Es un humilde pastor.

Señor- ¡Anda y dale  un puntapiés

Y que no moleste más.

Eso sólo por esta vez,

Pues a la próxima será

Un puntapié ¡Real!

Centinela-Ande mi señor con cautela,

Pues no creo sea suficiente

Los puntapiés de un centinela,

¡Parece de genio fuerte!

Señor-Pues si es poco uno

Darles dos cada uno.

Centinela- Mire que es muy tuno,

No creo que con cuatro

Le bajen los humos.

Señor-Pues darles tres,

Veréis como con seis

Se echa a correr.

Se fue el centinela

Y observó el Señor

Por una rendija

Desde un mirador.

David, esperaba impaciente

Volteando su  honda

Al otro lado del puente.
 

Dijo el centinela

Con voz burlona:

¡Que la olvides y te alejes

Tu presencia nos estorba.

Mejor es que te vayas

Continuó el centinela,

Ya  con cara asustada

Haciéndose el fuerte

Tras de la muralla.

De la primera pedrada

David, derribó la gruesa puerta

¡Y estaba muy bien anclada

A las paredes maestras!

La puerta quedó hecha trizas.

Los centinelas de turno

No sobrevivió ninguno,

Al estamparles la crisma.

Deliraron sus muros,

Gimieron sus cimientos

Acusando el duro azote.

Al ver aquello el Señor,

En verdad que se asustó,

Y puso a toda su guardia

Como escudo protector.

Fueron cayendo uno a uno

Con la cabeza destrozada,

Hasta que David, vio el escudo

Cruzado con cinco barras.

Al  verlo al fin de frente

Huyó dándole la espalda

-¿Qué clase de noble es éste

Que ante la adversidad escapa?

Más noble es el escorpión

Que rodeado de fuego

Clava su propio aguijón

Muriendo con su veneno

Salvando así su honor

Sin recurrir a un ajeno.

Le dio semejante golpe

Con dicha piedra encantada

Que quedó hecho un monigote

De los rellenos de paja.

Le brotó sangre roja

Y sus súbditos la vieron,

Comprobando aquella mofa,

Pues no era del color del cielo.

No hay nobleza en las venas,

Los títulos son patrañas,

Un yugo para reprimir al pueblo

Y vivir  a sus espaldas.

A su amada novia rescató

De la torre sana y salva,

Con ella  después se casó

Y en la choza y con sus cabras

Vivieron su romance de amor.

 

El que bebe de aquella fuente

Según designios de Dios

Transmite poderes mágicos

A su sexta generación,

Por eso, cuando nació el primogénito

De mi hijo mayor Pedro

Pusimos de nombre David

Como mi bisabuelo

Y él puede transmitir

Algún poder o ingenio.
 

Aún tengo más que decir

De aquel singular suceso:

Mi bisabuelo jamás nos dijo

Donde estaba dicha piedra,

Sólo contó sus prodigios

Y el poder que representa.

Si  la llega a encontrar

Aquel déspota tirano,

Habría llegado a ridiculizar

Al célebre Alejandro Magno.

Y en caso de que algún día

Alguien lograra encontrarla,

Tendrá bastante difícil

 El conseguir descifrarla.

De ella le faltan varios trozos,

La materia se transformó en energía

Y tras sus efectos se esfumaba,

Como gases sulfurosos

De los volcanes de Java.

***

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario