La rosa de la Eterna Juventud
segunda parte
Le cambian las formas
Aunque no los modos,
Con el miso dogma
Éste, trata a todos.
David- Si está tan
desconocido
¿Cómo lo reconoceré?
La voz -Es muy sencillo
A primera vista lo has de ver
Le cruzan cinco barras
El campo de su escudo,
A modo de el zarpazo
Que dio a los suyos,
Convirtiéndose en tirano
Y en su peor verdugo.
*--En la cima parecía
coronar
Una columna de pizarra
Rematada por una forma
oval,
Cual gigantesca rana
En trance de saltar.
Ya en su adusta cima
Con aspereza de sílex
Se arremolinaban las
ventiscas
Era un ser ínfimo de cara
yerta
En una cumbre donde solo
subsistía
El liquen agarrado a las
piedras.
Desafiando a tal porfía
Pronto vio la oquedad,
Tumbada encontró la piedra
Su centro estaba horadado
Semejante a una rueda.
Lo que había allí representado
Parecía cartas astrales
Y descifró algún párrafo
Con las siguientes frases:”
“Aquel que esta piedra
rompa
Y la convierta en pedazos,
Si es por una causa noble
Siempre dará en el blanco.
Después nunca ha de decir
Donde esta piedra halló,
Pues es castigo de Dios,
El que vuelva repetir
Con la piedra dicha
acción.”
Partió David un trozo
Y después la dividió
Para el tamaño de su honda,
Bajó hasta la fortaleza
Donde estaba cautivo su
amor,
Al llegar ante su puerta
De un grito fuerte llamó.
Había allí, dos centinelas
A los cuales advirtió
De cuál era su propósito,
“El que advierte no es traidor”
Entregarme a mi amada
O derramaré la ira de Dios,
Pues es Dios el que
castiga,
Yo, sólo soy su ejecutor.
Se mofaron y rieron
Ambos de muy buena gana,
Más se cortaron en seco
Al ver como David se
enojaba.
Apenas frunció el ceño
A estos les cambió lacara,
Pues hay miradas que cortan
Como el filo de una espada.
De los dos, dijo uno al
otro:
¡Anda ve y díselo al Señor
Que quiere un mocito sólo
Llevarse a su bella flor.
Centinela-Señor, ha llegado
un jovencito
Que exige le sea devuelta
su flor,
Tan firme es su propósito
Que habla en el nombre de
Dios,
E incluso de un demoledor castigo
Si se desatiende su
petición.
Señor- ¿Cuál de ellas?
Porque si es la rosa azul
Apenas dejé de olerla
Se secó con prontitud!
Centinela-No es esa flor mi
señor,
Sino la joven doncella
Que tiene vos encerrada
En la más alta almena.
Señor-¿Quién, la hija del
leñador?
¡Pero quién es el atrevido
Que escudándose en el
Dios Divino
Pretende segar mi pasión!
¡Es acaso un noble
caballero?
-centinela-¡No, mi Señor!
Señor- ¿Es él un bravo guerrero?
-centinela-¡No, mi Señor
- Señor-¿Es un temido
enemigo?
Centinela- ¡No, mi
Señor!
--Señor-¿quién es él
entonces?
Centinela-Es un humilde
pastor.
Señor- ¡Anda y dale un puntapiés
Y que no moleste más.
Eso sólo por esta vez,
Pues a la próxima será
Un puntapié ¡Real!
Centinela-Ande mi señor con
cautela,
Pues no creo sea suficiente
Los puntapiés de un
centinela,
¡Parece de genio fuerte!
Señor-Pues si es poco uno
Darles dos cada uno.
Centinela- Mire que es muy
tuno,
No creo que con cuatro
Le bajen los humos.
Señor-Pues darles tres,
Veréis como con seis
Se echa a correr.
Se fue el centinela
Y observó el Señor
Por una rendija
Desde un mirador.
David, esperaba impaciente
Volteando su honda
Dijo el centinela
Con voz burlona:
¡Que la olvides y te alejes
Tu presencia nos estorba.
Mejor es que te vayas
Continuó el centinela,
Ya con cara asustada
Haciéndose el fuerte
Tras de la muralla.
De la primera pedrada
David, derribó la gruesa puerta
¡Y estaba muy bien anclada
A las paredes maestras!
La puerta quedó hecha trizas.
Los centinelas de turno
No sobrevivió ninguno,
Al estamparles la crisma.
Deliraron sus muros,
Gimieron sus cimientos
Acusando el duro azote.
Al ver aquello el Señor,
En verdad que se asustó,
Y puso a toda su guardia
Como escudo protector.
Fueron cayendo uno a uno
Con la cabeza destrozada,
Hasta que David, vio el escudo
Cruzado con cinco barras.
Al
verlo al fin de frente
Huyó dándole la espalda
-¿Qué clase de noble es éste
Que ante la adversidad escapa?
Más noble es el escorpión
Que rodeado de fuego
Clava su propio aguijón
Muriendo con su veneno
Salvando así su honor
Sin recurrir a un ajeno.
Le dio semejante golpe
Con dicha piedra encantada
Que quedó hecho un monigote
De los rellenos de paja.
Le brotó sangre roja
Y sus súbditos la vieron,
Comprobando aquella mofa,
Pues no era del color del cielo.
No hay nobleza en las venas,
Los títulos son patrañas,
Un yugo para reprimir al pueblo
Y vivir
a sus espaldas.
A su amada novia rescató
De la torre sana y salva,
Con ella
después se casó
Y en la choza y con sus cabras
El que bebe de aquella fuente
Según designios de Dios
Transmite poderes mágicos
A su sexta generación,
Por eso, cuando nació el primogénito
De mi hijo mayor Pedro
Pusimos de nombre David
Como mi bisabuelo
Y él puede transmitir
Aún tengo más que decir
De aquel singular suceso:
Mi bisabuelo jamás nos dijo
Donde estaba dicha piedra,
Sólo contó sus prodigios
Y el poder que representa.
Si
la llega a encontrar
Aquel déspota tirano,
Habría llegado a ridiculizar
Al célebre Alejandro Magno.
Y en caso de que algún día
Alguien lograra encontrarla,
Tendrá bastante difícil
El
conseguir descifrarla.
De ella le faltan varios trozos,
La materia se transformó en energía
Y tras sus efectos se esfumaba,
Como gases sulfurosos
De los volcanes de Java.
***
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