¡Qué terrible será
morir dejando tras de sí
una estela de mala reputación!
¡Oh, no podía dar
un paso
que no fuera para hollar un corazón,
ni alargar la mano sino era para
estrujar un afecto!
¿Lo ves? ¡Estoy llorando;
Pero estas lágrimas abrasan
y
sólo sirven para completar tu triunfo
y expandir mi derrota!
Es cierto que he
sido un pérfido,
un monstruo impregnado de soledad,
egoísmo e indiferencia,
testigo mudo de la estupidez
que algunos seres arrastramos.
Y me has vencido
tú:
Corazón de corazones,
centro vivo de todo amor.
Yo era uno de esos
inútiles jóvenes
a quienes la rutilante estrella de la juventud,
convirtió en
un momento en un ser brillante,
en un joven mimado
y acariciado por mis padres,
los cuales....,
aún me atribuyen intenciones delicadas
¡Existen padres ciegos!
O más
bien estúpidos
que no se detienen a ver ni a pensar.
Mientras para mí la
desgracia
arde en las tinieblas
y en un desierto fermentado de anatemas.
Incluso el amor lo consideraba como un trabajo,
una obligación… ¡Cuánta
miseria!
¡Cuánta escoria envuelta en ademanes de la ternura!
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