jueves, 7 de febrero de 2019

Pulseras de culebras


Pulseras  de culebras

 

Desde los diez años escasos

Cuando iba a bañarme al Arba,

Al igual que otros muchachos,

Tenía una aversión innata

A las culebras, ratas y sapos.

Pronto acepté la presencia

De esta repelente fauna.

Cogía a mano las culebras

Igual de tierra que de agua,

Y hacía con ellas pulseras

De culebras enroscadas.

Ni sé las que habré cogido,

Más diría que demasiadas,

Culebras verde amarillas,

Negras, pintadas y a rayas.

Una culebra de escalera

Fue de todas la más larga,

Dos metros veinte medía

¡Y lo que me costó sacarla!

Permanecía en una cueva

Con escamas erizadas

Tiraba con todas mis fuerzas

Más parecía imantada.

Uno de mis hobbies es, y era,

Pescar con las manos carpas,

Si palpaba una culebra

Simplemente la apartaba.

Algunas hacían la digestión

De las madrillas y ranas

Y se les notaba el hinchazón

De su dilatada panza.

Este reptil sale huyendo

Al ver la presencia humana;

 Pero en la época del celo

Si las molestas te atacan.

Cogiendo un día caracoles,

Una lluviosa mañana,

A dos vi que iban al galope

Por un ribazo de alfalfa.

Con la vista las seguí,

Hasta perderse en unas matas,

Al poco tiempo llegué allí,

Con la hoz, empecé a apartarlas.

Y como si fueran dos cobras

Danzando al ritmo de flauta,

 Chulas, sujetas por la cola

Parecían decir ¡Qué pasa!

Cimbreándose erguidas,

Protegiéndose una a otra,

Sacaban sus lenguas bífidas

Ante lo que creían mangosta.

Hacia atrás di un salto

Y corrí despavorido,

Por temor a algún bocado

De sus agudos colmillos.

Las culebras por lo general

No portan ningún veneno;

Pero si las agredes verás

Que muerden como perros.

Suelen ser oscuras por encima,

Su vientre en cambio es claro,

Su piel es tersa y muy fina,

Su cola es como un látigo.

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