lunes, 11 de febrero de 2019

Seguiré solitario mi camino

SEGUIRE SOLITARIO MI CAMINO

 

Quiero sentir bajo mis pies  anchos caminos,

que atraviesen campos llanos

sembrados de mies ondulantes,

cantando a pleno pulmón.

Avanzar a través de ellos con sencillez,

pues las verdades desconcertantes

se refugian en la claridad,

lejos de la ilusión de los sueños.
 

Estos, van a tientas

interpretando su propia melodía.

Es tanto lo que tengo que discurrir

y entresacar de lo ya hecho,

que, a veces, desearía

me llevase el diablo

como castigo de Dios.
 

Dado que cuando se cavila

con la verdad, esta nos abandona

y criba la viveza de los días

ahogando la cultura,

edificando desolación y ruina.

 

La conciencia es una garra

anclada en la oscuridad,

por lo que resulta harto difícil

continuar andando o saltando

por el camino real,

sino andando ciegamente,

tropezando en las radas foráneas.
 

En el miedo y el estremecimiento

quedará la sangre lacrada

con absoluta inquietud,

y la boca del viento

se llenará de embriaguez,

dejando su huella

con alegría melancólica,

tal si llevase una coraza

en la alegría de la esperanza.
 

Viejo surco este, cavado en la noche

con manos amoratadas

por el frío ambulante,

misterioso y palpable,

donde no hay ni un rincón

para poder esconderse.
 

La vergüenza cierra los ojos en la oscuridad

y saluda asustada

con almibarada amabilidad,

dado que la vergüenza,

está a mitad de camino

entre la tierra  y el resbaladizo cielo.
 

Quizás los largos pasos se me hayan subido ya

a  mi atolondrada cabeza,

y el fanal aritmético de la distancia

descalifique con media hora de retraso.

Uno está indefenso ante estas cosas;

Pero no hay ninguna razón para llorar,

pese a ir a volteretas por el circo de la vida.
 

Algo ha terminado, lo percibo,

o tal vez sea el comienzo

de una nueva caminata.

Son palabras sin sentido,

pero tengo que continuar

en la búsqueda de las palabras

para expresar lo que siento,

pues mi barraca está en la mochila

donde guardo  mis poemas y mis cosas.
 

¡Quién habrá visto tantas barracas

como yo en mis días!

La vida es un infierno donde existe poesía.

¡Si! es una embriaguez oscura que el viento lleva

y sonríe  de manera humana,

consciente de que todas las personas

pasarán delante de él

portando  su cruz sobre la espalda,

para llegar a la realidad del miedo,

lejos de la oscuridad,

serpenteando por los libros esenciales.
 

Caliente manta vegetal

que no desgasta al hombre,

aún cuando su estómago haga ruido,

por más que hurgue en las páginas

de estampadas ilustraciones,

pues ellas nos acercan a pasitos

pequeños a la gloria.

Por este principio, la libertad y la humanidad,

está en manos de un poder supremo.
 

Nosotros, débiles mortales,

somos nubes que pasan delante del sol,

eclipsándolo sólo unos instantes.

Los días van pasando, uno se muere,

pero siempre se haya a mitad del camino

con los pies húmedos y llagados,

que parecen estar atravesados por cuchillos de fuego,

aunque eso sí, siempre dispuestos a pasear

por una verde arboleda en el agradable atardecer,

como otros tantos vagabundos

que andan por ahí como liebre que huye del zorro,

empujada a salirse fuera del sendero,

azorada por su prisa,

haciendo flamear su pequeño corazoncito,

hasta que desaparece dentro de su cielo.

Yo por ahora, seguiré solitario mi camino

hasta donde me lleve el corazón.

* * *

 

 

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