El hermoso y
riente rostro,
del amor de mi vida,
me embargaba en un loco sueño sensual.
Por mi piel corrió
un frío estremecimiento,
una mosca que zumbaba cerca
se metió dentro de un bote
donde había restos de mermelada,
siéndole imposible el conseguir escapar.
Pensé: como yo,
se ha dejado atrapar por la dulzura
y ahora no puede salir
¡pobre bicho!
No hay comentarios:
Publicar un comentario