El último verso de la vida
Un anciano enjuto, siempre
solitario
A las mismas horas se pasea
él,
Por calles angostas, es su itinerario
Tomando notas en níveo
papel.
Algunos comentan si será
algún sabio
Por su estampa, empaque y
altivez,
Otros, si se trata de algún
santo
Al que quizá le faltó su
niñez.
Las notas que recoge
Las lee ciento y una vez,
Luego, de hombros se encoge
Como si no lo lograse
comprender.
Si es sabio todo ya conoce.
¿Por qué dicha estupidez?
¿No será que a algunos
sabios
Aún les falta de aprender?
Un día una mujer anciana
De curiosidad extrema,
Le preguntó que anotaba
Que tantos quebrantos crea.
Le contestó seriamente
Que componía un poema
“El de la vida y la muerte”
Y le faltaba una palabra
Para completar el tema,
Y con ella, este no daba
Por más vueltas que le daba.
Más le preguntó nuevamente:
-¿has hecho ya el de la
vida?
-Sí, claro, naturalmente.
-¡Pues hombre ya no sigas
Sólo te falta la muerte!
-¿Y la palabra anhelada
Que cada día voy tras ella,
Sin lograr encontrarla
Para acabar mi poema?
-La palabra es muy sencilla
Y hasta en el aire se
enreda.
-Dímela que tengo prisa.
-La palabra es “espera”
Dio tal salto de alegría
A un tiempo con las dos
piernas
Que a la vez que dijo
¡Viva!
Se le helaron todas venas.
Y se desplomó en el suelo
Como una piel ya curtida,
Acabando el último verso
Del poema de su vida.
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