El france
“Viajes”
Ya demasiado cansado
De mi gran pesada cruz,
Embarqué en un transatlántico
Que fondeaba en Veracruz.
Llevaba bandera gala
Conocido por “El France”
Embarcación muy empavesada
Majestuosamente grande.
Viajaban la flor y la nata
De la burguesía y finanzas,
Estaban de viaje de placer
Sin la menor de las cábalas.
Como pude me enrolé
Como ayudante de máquinas.
Tenía de desplazamiento bruto
Cuarenta mil toneladas
Y sesenta mil caballos de fuerza,
Con dos enormes chimeneas estilizadas.
Al final, una invisible frontera,
Sólo tendría que cruzarla,
Ya me veía en Barcelona
Recorriéndome sus “Ramblas”
Lo que parecía una simpleza,
Casi no logro contarla,
En el mar mi buena estrella
Me hacía otra mala pasada.
Surcamos el Golfo de México,
Hicimos escala en la Habana,
Prosiguiendo rumbo al Este
A la siguiente mañana.
¡Ah, qué gran recibimiento
Ofrecieron los cubanos”
Nos cantaron habaneras
Y dieron puros habanos.
Entre el estrecho de Florida
Y el banco de las Bahamas,
Nos comunicaron por radio
Al parecer, un ojo de tormenta
Se formó a seiscientas millas
Al suroeste de las Islas Vírgenes.
No sabíamos si calmaría,
Si se transformaría en huracán
Ni hacia qué lado se iría.
La velocidad del viento
Ya tenía setenta millas
Y su turbulencia atmosférica
A más de cien se extendía.
Estando en Santo Domingo,
En la Republica Dominicana,
Nos confirmaron que era huracán
Ya bautizado por el “Ángela”
Creía el capitán que el barco
Podría resistir cualquier huracán,
Podíamos haberlo rodeado
Evitando su zona de baja presión,
Más se confió en Dios
Y se demoró la operación.
-“No quiero perturbar a los pasajeros
Dando una impresión de inseguridad;
Han pagado muy buenos dineros
Para alarmarles por la tempestad.
Llevamos la carga de pasajeros
Más importante que con estas Líneas
Hayan surcado los mares,
Y sería un terrible retroceso
El cambiar ahora los planes.”
El capitán, era un hombre de marina
Fanático por las reglas y reglamentos,
Sus órdenes eran sentencias divinas
El huracán se dirigía hacia el Oeste,
El viento, producía rachas al amanecer
De cien millas por hora,
Y aún estaba juntando potencia,
¡Lamentablemente era de suponer!
Navegábamos hacia barlovento
En las Islas Vírgenes, el sol brillaba,
Los alisios, eran un murmullo de viento
No había atisbos de tormenta ni nada.
El Caribe se veía resplandeciente
Y todo él, se llenaba de un color
Verde azulado, transparente.
Por las muchas masas terrestres
Que atraen cualquier huracán,
Es muy peligroso el Caribe,
Hay muy poco espacio para maniobrar
Y un riesgo altísimo siempre
El cielo se tornó plomizo.
El aire se hizo pegajoso,
Casi demasiado tranquilo
Acechándonos con sigilo
La muy temida tempestad,
Pues estábamos convencidos
Que pronto habría de llegar.
“El Ángela” estaba tomando impulso,
Nos golpeó con fuerza doce,
El sol tras las nubes se ocultó
Apareciendo repentinamente la noche.
Todos los marinos le haríamos frente
Con los medios a nuestro alcance,
Dispuestos al sacrificio
Para salir de aquel trance.
Las crestas blancas más altas
Y el cielo, aún más horrible,
Entramos en aguas abiertas
Del Atlántico inconbustible.
El cielo prematuramente oscurecido,
Una lluvia nos azotó implacable,
Inundando cubiertas y claraboyas,
Con sus lanzas oblicuas desmesurables.
Gigantescas olas se lanzaban al asalto,
Estábamos a merced del mar,
Todos conscientes que aquel barco
Aquello no lo podría soportar.
Se estrellaban olas contra el casco
Que lo estremecían haciéndolo crujir,
Protestando por tan severos latigazos
Que ola, tras ola, cernían sobre sí.
La lluvia casi horizontal
Empujaba a terribles ráfagas,
Locamente el barco se balanceaba
Movido por el gran huracán.
El viento soplaba a ráfagas
De ciento veinte millas
¡Nunca había visto algo tan feroz
A lo largo de mi dilatada vida!
Al aullido del viento, ensordecedor
Le acompañaban los crujidos del barco,
Se veían desde el ala de babor
Olas como montañas de tamaño.
Tuvimos avería. Las aletas de babor
Se quedaron totalmente trabadas
Y extendidas la de estribor,
Esta última actuaba de ancla.
Retraímos los estabilizadores de estribor
Para así, neutralizar el efecto,
Pues el barco producía inclinaciones
De cuarenta grados a merced del viento.
La inclinación se hizo menos pronunciada,
La lluvia hacía verdaderos estragos
Cuando las brutales olas golpeaban
¡Pues éramos marinos, no magos!
El barco tan apenas avanzaba,
Era un gigante indefenso,
Privado de toda su fuerza
Por la unión de los elementos.
La lluvia era tan pesada
Que en el puente, bloqueaba la visión,
Era realmente una catarata
Cayendo del cielo como un telón.
Bajo la lluvia, no se podía hablar,
Ni respirar, sólo cabía tragar agua.
Íbamos bien pertrechados,
Más en segundos, te podías empapar.
Los pasajeros, estaban inquietos,
Seguíamos saltando igual que un corcho.
Se lanzó un S.O.S. para conseguir
repuestos
¡Gracias que nos contestaron pronto!
No lejos de allí, navegaba otro barco
El “Columbia” con rumbo a Nueva York,
Por casualidad llevaba los repuestos
Para reparar el pequeño motor.
El cable más largo que teníamos
Era de mil seiscientos cuarenta pies
Justo la mitad de media milla.
El cable se mandó en un obús
En un cartucho de cien libras.
Hicimos un buen trabajo
En una carrera frenética,
Trabajando sin descanso
Hasta hacer girar las aletas.
El viento ya al amanecer decayó,
Y a las diez, salió el sol como una perla,
Las últimas nubes se desvanecieron
Por las paradisiacas islas caribeñas.
En agradecimiento a nuestro tesón
En los arreglos del motor y las aletas,
El capitán de exprofeso nos invitó
A una esplendida e inolvidable cena,
¡Qué cantidad de sirvientes
Puso a nuestra disposición!
Cenamos a cuerpo de reyes
Y a Baco, se le hizo honor.
El menú lo digo a continuación:
-Consomé doble
-Suprema de caviar Romanoff
-Ostras saltadas, Nueva Inglaterra.
-Ensalada mixta a la Dallas-Fort.
-Tourneados de Fauchiere.
-Medoc del estado de Nueva York.
-Licores de california.
Y un sin fin de botellas de licor.
Yo, después me tomé un café,
Aún llevaba los nervios en el interior.
El barco arribó en Marsella
Casi cayendo el estío,
Concluyendo aquella odisea
De dolor y sacrificio.
Al verme de España cerca
Sentí un verdadero alivio,
¡Sólo pensar donde estuve
Me corren escalofríos!
***
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