sábado, 23 de febrero de 2019

El France "viajes


El france

“Viajes”

 


Ya  demasiado cansado

De mi gran pesada cruz,

Embarqué en un transatlántico

Que fondeaba en Veracruz.

Llevaba bandera gala

Conocido por “El France”

Embarcación muy empavesada

Majestuosamente grande.

Viajaban la flor y la nata

De la burguesía y finanzas,

Estaban de viaje de placer

Sin la menor de las cábalas.

Como pude me enrolé

Como ayudante de máquinas.

Tenía de desplazamiento bruto

Cuarenta mil toneladas

Y sesenta mil caballos de fuerza,

Con dos enormes chimeneas estilizadas.

Al final, una invisible frontera,

Sólo tendría que cruzarla,

Ya me veía en Barcelona

Recorriéndome sus “Ramblas”

Lo que parecía una simpleza,

Casi no logro contarla,

En el mar mi buena estrella

Me hacía otra mala pasada.

Surcamos el Golfo de México,

Hicimos escala en la Habana,

Prosiguiendo rumbo al Este

A la siguiente mañana.

¡Ah, qué gran recibimiento

Ofrecieron los cubanos”

Nos cantaron habaneras

Y dieron puros habanos.

Entre el estrecho de Florida

Y el banco de las Bahamas,

Nos comunicaron por radio

Que un temporal se acercaba.
 

Al parecer, un ojo de tormenta

Se formó a seiscientas millas

Al suroeste de las Islas Vírgenes.

No sabíamos si calmaría,

Si se transformaría en huracán

Ni hacia qué lado se iría.

La velocidad del viento

Ya tenía setenta millas

Y su turbulencia atmosférica

A más de cien se extendía.

Estando en Santo Domingo,

En la Republica Dominicana,

Nos confirmaron que era huracán

Ya bautizado por el “Ángela”

Creía el capitán que el barco

Podría resistir cualquier huracán,

Podíamos haberlo rodeado

Evitando su zona de baja presión,

Más se confió en Dios

Y se demoró la operación.

-“No quiero perturbar a los pasajeros

Dando una impresión de inseguridad;

Han pagado muy buenos dineros

Para alarmarles por la tempestad.

Llevamos la carga de pasajeros

Más importante que con estas Líneas

Hayan surcado los mares,

Y sería un terrible retroceso

El cambiar ahora los planes.”

El capitán, era un hombre de marina

Fanático por las reglas y reglamentos,

Sus órdenes eran sentencias divinas

Aunque no calculó bien los elementos.
 

El huracán se dirigía hacia el Oeste,

El viento, producía rachas al amanecer

De cien millas por hora,

Y aún estaba juntando potencia,

¡Lamentablemente era de suponer!

Navegábamos hacia barlovento

En las Islas Vírgenes, el sol brillaba,

Los alisios, eran un murmullo de viento

No había atisbos de tormenta ni nada.

El Caribe se veía resplandeciente

Y todo él, se llenaba de un color

Verde azulado, transparente.

Por las muchas masas terrestres

Que atraen cualquier huracán,

Es muy peligroso el Caribe,

Hay muy poco espacio para maniobrar

Y un riesgo altísimo siempre

De hacer el barco encallar.
 

El cielo se tornó plomizo.

El aire se hizo pegajoso,

Casi demasiado tranquilo

Acechándonos con sigilo

La muy temida tempestad,

Pues estábamos convencidos

Que pronto habría de llegar.

“El Ángela” estaba tomando impulso,

Nos golpeó con fuerza doce,

El sol tras las nubes se ocultó

Apareciendo repentinamente la noche.

Todos los marinos le haríamos frente

Con los medios a nuestro alcance,

Dispuestos al sacrificio

Para salir de aquel trance.

Las crestas blancas más altas

Y el cielo, aún más horrible,

Entramos en aguas abiertas

Del Atlántico inconbustible.

El cielo prematuramente oscurecido,

Una lluvia nos azotó implacable,

Inundando cubiertas y claraboyas,

Con sus lanzas oblicuas desmesurables.

Gigantescas olas se lanzaban al asalto,

Estábamos a merced del mar,

Todos conscientes que aquel barco

Aquello no lo podría soportar.
 

Se estrellaban olas contra el casco

Que lo estremecían haciéndolo crujir,

Protestando por tan severos latigazos

Que ola, tras ola, cernían sobre sí.

La lluvia casi horizontal

Empujaba a terribles ráfagas,

Locamente el barco se  balanceaba

Movido por el gran huracán.

El viento soplaba a ráfagas

De ciento veinte millas

¡Nunca había visto algo tan feroz

A lo largo de mi dilatada vida!

Al aullido del viento, ensordecedor

Le acompañaban los crujidos del barco,

Se veían desde el ala de babor

Olas como montañas de tamaño.

Tuvimos avería. Las aletas de babor

Se quedaron totalmente trabadas

Y extendidas la de estribor,

Esta última actuaba de ancla.

Retraímos los estabilizadores de estribor

Para así, neutralizar el efecto,

Pues el barco producía inclinaciones

De cuarenta grados a merced del viento.

La inclinación se hizo menos pronunciada,

La lluvia hacía verdaderos estragos

Cuando las brutales olas golpeaban

¡Pues éramos marinos, no magos!

El barco tan apenas avanzaba,

Era un gigante indefenso,

Privado de toda su fuerza

Por la unión  de los elementos.

La lluvia era tan pesada

Que en el puente, bloqueaba la visión,

Era realmente una catarata

Cayendo del cielo como un telón.

Bajo la lluvia, no se podía hablar,

Ni respirar, sólo cabía tragar agua.

Íbamos bien  pertrechados,

Más en segundos, te podías empapar.

Los pasajeros, estaban inquietos,

Seguíamos saltando igual que un corcho.

Se lanzó un S.O.S. para conseguir repuestos

¡Gracias que nos contestaron pronto!

No lejos de allí, navegaba otro barco

El “Columbia” con rumbo a Nueva York,

Por casualidad llevaba los repuestos

Para reparar el pequeño motor.

El cable más largo que teníamos

Era de mil seiscientos cuarenta pies

Justo la mitad de media milla.

El cable se mandó en un obús

En un cartucho de cien libras.

Hicimos un buen trabajo

En una carrera frenética,

Trabajando sin descanso

Hasta hacer girar las aletas.

El viento ya al amanecer decayó,

Y a las diez, salió el sol como una perla,

Las últimas nubes se desvanecieron

Por las paradisiacas islas caribeñas.

En agradecimiento a nuestro tesón

En los arreglos del motor y las aletas,

El capitán de exprofeso nos invitó

A una esplendida e inolvidable cena,

¡Qué cantidad de sirvientes

Puso a nuestra disposición!

Cenamos a cuerpo de reyes

Y a Baco, se le hizo honor.

El menú lo digo a continuación:
 
-Consomé doble
 
-Suprema de caviar Romanoff
 
-Ostras saltadas, Nueva Inglaterra.
 
-Ensalada mixta a la Dallas-Fort.
 
-Tourneados de Fauchiere.
 
-Medoc del estado de Nueva York.
 
-Licores de california.
 
Y un sin fin de botellas de licor.
 
Yo, después me tomé un café,
 
Aún llevaba los nervios en el interior.
 
El barco arribó en Marsella
 
Casi cayendo el estío,
 
Concluyendo aquella odisea
 
De dolor y sacrificio.
 
Al verme de España cerca
 
Sentí un verdadero alivio,
 
¡Sólo pensar donde estuve
 
Me corren escalofríos!
***



 

 

 

 

 

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