lunes, 11 de febrero de 2019

El dinamitero de Punta Ciri "Gigantes"


EL DINAMITERO DE PUNTA CIRI

"Gigantes"

 


M

uchos historiadores están convencidos de que la Guerra Civil del 1.936 la perdió La República, como consecuencia de la incompetencia en sus mandos militares. Descoordinación e inaptitud, que quedó de manifiesto ya desde que se produjo la  primera batalla de Venancio, "mi padre". Pues una vez que estaban atrincherados, y cuando tocó la hora de disparar a discreción, resultó que no les funcionaba a ninguno  los fusiles, hasta que Venancio descubrió que el calibre de la munición que portaba no correspondía a la del fusil, teniendo en pleno fragor del combate que cambiarse o bien los fusiles o bien las balas hasta lograr acertar. En esta ocasión, los fusiles eran mejicanos, y la munición polaca o húngara, o al revés.

Por eso, tras permanecer tres años defendiendo una causa que consideraba justa, pero perder la guerra, fue declarado desafecto al régimen, y tras permanecer algún tiempo limpiando la chatarra bélica  en los fríos campos de Teruel y Burgos, fue destinado a Punta Ciri. Allí estuvo ejerciendo de dinamitero, pues el dictador Francisco Franco, estaba convencido de que Alemania, al mando de su dictador Adolf Hitler.  ganaría la guerra, Y Franco, ordenó instalar unos emplazamientos artilleros al otro lado del estrecho de Gibraltar, para de ese modo dominar la entrada de los barcos en el mar Mediterráneo. (Quizá, viese   de esa forma su manera de contribuir  con el Firer, aparte de mandarles la división azul, dado que él antes  le había enviado la legión cóndor, entre otras cosas para destruir Guernica.) 


Toda la dinamita que en aquella montaña  se utilizó, fue exclusivamente utilizada  por el extremeño Venancio "Mi padre", llegando a tener  tal reconocimiento por su labor, que era respetado en todas sus decisiones o sugerencias, incluso por los altos mandos militares, los cuales en más de alguna ocasión le ofrecieron de que después de que pasase todo aquello, que se quedara con ellos como militar, de golpe lo hubieran ascendido a  teniente (él era cabo furrier) Pero siempre dijo que no, aferrándose a  su analfabetismo, dado que nunca pudo ir a la escuela, aunque dichos mandos militares intentaron restarle importancia, diciendo que eso no era ningún problema, que ellos le enseñarían a leer y escribir. Pero al igual que hizo cuando le propusieron los maquis el tirarse al monte, para seguir luchando, dijo que no (cosa de la cual se arrepentiría toda su vida, pues de militar al menos, hubiese tenido un sueldo seguro.)  Que la noche anterior había oído croar a las ranas no muy lejos de allí y les proponía ir a coger varias docenas, no le decían que no, entonces iba y se las preparaba. Por tanto tenía cierta libertad de movimientos. Más un día, recibió una carta con la trágica noticia de que su primogénito estaba muy enfermo. ¡Tenía un hijo y todavía no lo conocía! La tristeza se reflejó en su rostro, por lo cual no pasó mucho tiempo desapercibido por los altos mandos. Y al ser preguntado y explicarles lo que pasaba, enseguida se ofrecieron para darle un salvoconducto y los billetes necesarios para volver a la península para poder conocerlo. Luego, lógicamente debía volver.
Desgraciadamente, cuando llegó al pueblo, su hijo había fallecido, (algunos allegados, pensaron que de hambre.)
Aquel caso fue único e impensable que, eso, hubiese podido suceder en esos tiempos.
“¿Se imaginan a un judío en los campos de exterminio nazis, que le dieran un salvoconducto, para poderse ir con la condición de volver después?
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