El eco de los grandes estruendos
"Viajes"
La vida exterior
nos oprime,
las preocupaciones activas
y ruidosas nos abruman.
Y en medio de esa
angustia,
muchas veces llega uno a preguntarse:
¿Qué hago yo aquí?
Se desea
escapar de ese tumulto
en el que el dolor
Se siente la nada;
Pero la cobarde fuerza de la costumbre
pide gracia a la
desesperación.
Uno se condena
sin querer día tras día,
invitándonos a invertir
el reloj de arena.
Algunas veces, una
tremenda sacudida
acompañada de inusitados rumores,
hace que tiemble mi pedestal
como si fuese un trueno subterráneo.
Es el eco de los grandes estruendos,
pues
ya no se encuentra una torre,
ni cárcava, ni páramo,
¡No hay más que incendios
y armas por todas partes!
Entre los muros de
las ciudades,
bajo un látigo implacable,
se añoran las verdes bóvedas
repletas
de ecos aspirantes.
Y en lugar de soñar
en los trabajos serviles,
se evocan
accidentadas cacerías
con sabrosos almuerzos.
El orgullo aleja de nosotros el
objetivo
que nos obliga a perseguirlos
y caminamos siempre al lado
de ese
buitre de ojos azules,
sin ver lo suficiente para vivir y disfrutar
de la luz,
ni elegir la belleza.
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