Tú
eres mi madre montaña
Todavía alguno llora
Cuando observa la montaña,
Existe una cruz de tumba,
Allí en su cumbre más alta.
Desde allí quiso volar
Para emular a las águilas,
Bebió el agua de sus fuentes
Purificando su alma.
La montaña muestra altiva,
Hasta el mismo sol se alza,
Se engalanó con sus joyas
Para mostrase gallarda.
Brillando al aire libre
Están sus sienes de plata,
Para confundir el tiempo
Que de la mano acompaña.
Se produce un
cataclismo
Muy dentro de sus entrañas,
Son los lamentos de un hombre
Que murió tras conquistarla.
En su cima hay unos ojos
Que derraman puras lágrimas,
Hay hombres que desesperan
Y hombres que jamás se enfadan.
Más luego de alzar la vista
Su cuerpo inerte descansa.
Altar de los buitres negros,
Donde nacen las borrascas,
Y las historias proscritas
Del mundo de la farándula.
Si el hombre no tiene dueño
Mucho menos la montaña,
La libertad no es un juego
Ni sirven viles patrañas.
Ella apacienta el ganado,
Mantiene en pie las cabañas,
Sin desdenes y sin quejas
Y sin pasiones extrañas.
Toman posturas de nubes
Y de espaldas encorvadas,
Milagro de un dios ajeno
Al gorrión que vive en jaula.
Trabajando como hormigas
Siembran semillas de agua,
Donde los muertos reviven
Mostrando sus esperanzas.
Una cruz de simples palos
En lo más alto se alza,
Un epitafio hay escrito
En fina tabla
de haya,
Y en ella hay este mensaje:
“Tú eres mi madre montaña”
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