El
pájaro de las plumas de oro
Los amigos, llamados así,
Por alguien que jugó al escondite con ellos,
Ahora son sombras.
Sombras escondiendo semillas en los campos,
Sombras que ordeñan vacas…
Sombras que todavía juegan a encontrarme.
Cuando en realidad,
Yo nunca me escondí,
Sigo viviendo en la misma casa,
Rodeado por el mismo paisaje,
Amparado por el mismo cielo,
Y buscando la sabiduría de los pájaros.
Muy al contrario de los que se fueron
A buscar sabiduría en la universidad.
Lucen trajes caros y de marca,
Y con sus negocios
mercantiles
Son capaces de hacer saltar la banca;
Son dueños de barcos que nuca capitanearán
Y de mansiones donde las sombras se pierden.
Pero hay una cosa que jamás podrán comprar:
La inocencia de un niño que juega al escondite.
A veces me enfado con ellos
Por no saber distinguir entre un roble y un eucalipto,
Un mirlo, de un gavilán,
Un diente de león de una margarita,
O porque desconocen el tipo de viento que les da en
la cara;
¡Va, eso son simplezas!dicen
Ya les digo irónico!
Estabas tan aburrido de que nadie fuese en tu busca,
Que, ahora, vuelves para mostrar tu perfil
materialista;
Cuando a mí, me enseñó el pájaro que vuela libre,
Que para ser feliz, no hace falta tener las plumas
de oro.
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