Cuando
la comunicación no existe
Los sueños, son fruto de lo que somos,
Esos frutos, son medidos a peso,
Hoy día, todo se pesa o aquilata,
Incluso lo que se dice o hace:
Los favores, las limosnas, las preocupaciones,
Las influencias, las gotas de sudor…
Todas son sacadas del troquel del alma,
Para que no cambie la forma,
Ni se
desfigure el fondo;
De ese modo, nada cambia.
Somos satélites orbitando en torno al inmovilismo,
Paralizados por nuestros males,
El mejor
antídoto contra esos venenos
Posiblemente sea no pensar en ellos.
Lo deseable, es caminar por tu derecha y en
silencio;
Pues las
palabras, andan con muletas
Por calles contaminadas de gases tóxicos
Y excrementos de palomas callejeras,
Que tras
su careta de indiferencia,
Llenan el buche con piedrecitas
Para adormilar
su hambre;
A estas alturas de la vida
Ni se
molestan en apartarse de los hombres,
Aún a riesgo de ser pisadas;
Andan como si pisarán pequeños cristales
Castigadas por ir con los pies descalzos;
Hombres y palomas son sombras con patas,
Ciegos sin lazarillos,
Inmersos en un paseo que da vértigo;
Y cuando conseguimos volar,
Temblamos de cómo será nuestro aterrizaje;
Quizá la pista sea ancha y larga;
Pero cabe la posibilidad que,
Todo sea fruto de un espejismo.
Los hombres mudos es lo que se lleva,
Sabedores que
aunque alcen la voz
Nadie les va
a prestar atención;
La conversación debe ser con uno mismo,
Manteniendo la lengua enclaustrada
En los barrotes de la boca,
Pues hablar con nuestro par
Es tan complicado,
Como intentar descifrar el lenguaje
De las gotas de lluvia en la tormenta .
Los saludos,
están al borde de la extinción,
Cada uno va a lo suyo,
Hablando su
particular jerga con el rayo,
Temiéndonos que el día
que explote su burbuja,
Hará que el hombre se encuentre fuera de lugar,
Perdido, confundido,
extraviado en sus vapores de azufre.
¡Esta no es mi ciudad!- dirá.
¡Me la han cambiado!
¡Y yo, no me conozco!
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