miércoles, 1 de febrero de 2023

Cicatrices que no se cierran nunca,

 

Cicatrices que no se cierran nunca



Salí a comprar el pan como últimamente hago,

Más me siento perdido en la niebla,

Todo son cuchicheos de personas fantasmas.

Pasan a mi lado, casi rozándome;

Nada les pregunto y nada preguntan,

Como si una tiniebla

No pudiese tener comunicación con otra tiniebla,

Porque las tinieblas, cuando las tenemos cerca

Se vuelven ácidas, con hedor a huevos putrefactos;

Ello hace que los hombres no piensen,

Tras sentir un atolondramiento mórbido,

Esclavo de la monotonía de un mundo sordo.

El silencio, puede ser una virtud,

Y el arrepentimiento, un vicio,

Del que el hombre se aprovecha

Para robar la esencia de Dios.

La existencia de los demás la vemos vulgar,

Pese a que todos estamos embarcados en el mismo viaje,

Borregos comiendo de la misma cebada,

Violando los sueños con el fanático miedo.

Más esclavos por la monotonía del viaje

Somos arrastrados como patanes

Hasta noches sin existencias,

Donde el infierno se mide por centímetros.

La tristeza enmudece

Y el diferente se ahoga en su egoísmo.

Sólo con una barra de pan

Envuelto por la niebla monstruosa

Mientras camino  oyendo los mismos murmullos.

Con el convencimiento que tras la niebla

Habrá un pétreo muro

Con el que me chocaré y romperé los dientes.

Presiento que mientras se anda se muere;

Y que el camino, como la niebla,

Es un error de la natura

Por mucho que la gente pretenda esconderse de la muerte.

Los ojos no pueden ver sus llamas

Pues la niebla es tan espesa

Que atrapa el aire con su red de puñales.

Con su magia  vacía los abismos

Y nos pinta la cara con sus miedos.

Las miradas oscuras trepan como hiedras

Hasta los ojos sedientos de luz;

Los sueños de ébano son estatuas antiguas

Que hacen morir las noches,

Mientras el gato de cristal

Husmea por todos rincones de la conciencia.

La niebla se levanta y de mis manos,

Sobresale la barra de pan,

Pese a la niebla, todavía sigue templada,

Mientras mis pies silenciosos siguen caminando

Sin saber bien donde caminan,

Aunque quizá busca la piedra para tropezar,

Pues muchas veces, el tropiezo hace ver la luz,

Y con ella, al niño que hasta hace poco jugaba con canicas.

¡En fin! Pensamientos parecidos al del gorrión muerto

Porque se atrevió a asomarse de la teja

 Y no vio llegar la piedra lanzada por el tirachinas,

Como tampoco la sombra del naufragio

Que llegaba con fuerza desde el aire;

Pero el niño murió hace tantos años

Que aún se resiste a decir algo de su pasado,

Pues hay cicatrices que no se cierran nunca.

 

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