Cicatrices
que no se cierran nunca
Salí a comprar el pan como últimamente hago,
Más me siento perdido en la niebla,
Todo son cuchicheos de personas fantasmas.
Pasan a mi lado, casi rozándome;
Nada les pregunto y nada preguntan,
Como si una tiniebla
No pudiese tener comunicación con otra tiniebla,
Porque las tinieblas, cuando las tenemos cerca
Se vuelven ácidas, con hedor a huevos putrefactos;
Ello hace que los hombres no piensen,
Tras sentir un atolondramiento mórbido,
Esclavo de la monotonía de un mundo sordo.
El silencio, puede ser una virtud,
Y el arrepentimiento, un vicio,
Del que el hombre se aprovecha
Para robar la esencia de Dios.
La existencia de los demás la vemos vulgar,
Pese a que todos estamos embarcados en el mismo
viaje,
Borregos comiendo de la misma cebada,
Violando los sueños con el fanático miedo.
Más esclavos por la monotonía del viaje
Somos arrastrados como patanes
Hasta noches sin existencias,
Donde el infierno se mide por centímetros.
La tristeza enmudece
Y el diferente se ahoga en su egoísmo.
Sólo con una barra de pan
Envuelto por la niebla monstruosa
Mientras camino
oyendo los mismos murmullos.
Con el convencimiento que tras la niebla
Habrá un pétreo muro
Con el que me chocaré y romperé los dientes.
Presiento que mientras se anda se muere;
Y que el camino, como la niebla,
Es un error de la natura
Por mucho que la gente pretenda esconderse de la
muerte.
Los ojos no pueden ver sus llamas
Pues la niebla es tan espesa
Que atrapa el aire con su red de puñales.
Con su magia
vacía los abismos
Y nos pinta la cara con sus miedos.
Las miradas oscuras trepan como hiedras
Hasta los ojos sedientos de luz;
Los sueños de ébano son estatuas antiguas
Que hacen morir las noches,
Mientras el gato de cristal
Husmea por todos rincones de la conciencia.
La niebla se levanta y de mis manos,
Sobresale la barra de pan,
Pese a la niebla, todavía sigue templada,
Mientras mis pies silenciosos siguen caminando
Sin saber bien donde caminan,
Aunque quizá busca la piedra para tropezar,
Pues muchas veces, el tropiezo hace ver la luz,
Y con ella, al niño que hasta hace poco jugaba con
canicas.
¡En fin! Pensamientos parecidos al del gorrión
muerto
Porque se atrevió a asomarse de la teja
Y no vio
llegar la piedra lanzada por el tirachinas,
Como tampoco la sombra del naufragio
Que llegaba con fuerza desde el aire;
Pero el niño murió hace tantos años
Que aún se resiste a decir algo de su pasado,
Pues hay cicatrices
que no se cierran nunca.
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