lunes, 20 de febrero de 2023

Fanal tétrico de esta patria

 

FANAL TÉTRICO 

DE ESTA PATRIA




 Ando en medio de un mar espinoso

consumiéndome en la pirámide del piélago,

lluvia purulenta,

 como un muñeco calcinado en la brusca ceniza.

Las páginas de mis ojos van pasando

respirando la envidia inhumana

que tiembla ante las fauces abiertas de este abismo,

donde se arrodilla la flor más secreta.

El hombre, matando la luz diurna

estruja las mañanas con hedor a cacerías

y a sangre putrefacta.

El hilo del silencio

se consume por decreto,

selva sin fin que amalgama el crepúsculo

con su viento arenoso.

Desnudos en su madriguera de acero

los negros paquidermos ondean banderas rojas

después de conquistar el canto de las estrellas si brillo,

con paso lento pero firme,

con la dureza de los pedernales del planeta.

Pisotean el orden del silencio

y abrasan la aurora del día,

sortilegio del amor terrenal.

Veo volar al cuervo anoréxico

con su traje oscuro, y me hace daño,

como el salvaje escorpión

 aguijonea las cartas de mi hado

con su  tétrico lenguaje de nívea espuma.

Poemas sencillos donde germinó el amor

tras roer el diccionario de los tugurios

donde la transparencia de las piedras

embriagan la felicidad metafísica

que ahoga los discursos místicos de mis versos.

No exagero si digo que esos poemas

abrasan mis arrugados ojos,

como el labriego muestra la señal de sus cadenas

con el astil doblado por la fuerza

de sus poderosas manos de bronce.

Estoy demasiado amarillo

en la ribera devorante de este río de nitrato,

donde se comercia con los huesos despedazados.

Desterrados silencios descienden de la luna de piedra

mientras delira el panal de nieve de mi destino.

Me falta la mitad de mi vida:

alegrías abortadas en la raíz de las tinieblas

como el cólera de mano fría en el invierno,

donde el hermano lobo

entalla sus caninos en la alegría celeste,

corola de un crepúsculo vacío.

Allí donde se bebe el bálsamo de la nada,

el toro imperial de ojos de fuego, rumia el cereal,

agorero de la tierra,

 efigie azul que reconquista el trueno intacto.

Mi vestidura cristalina se humedece

en las raíces de la espiga inmadura

olvidando el Este escarlata de mi soledad.

Fluvial poeta que divide

 el arrebol rosa del alba fría.

Allí donde nace el ventisquero del mundo,

música volcánica que cubre el firmamento

mostrando las piedras puras de la esperanza.

El incorruptible canto de un ruiseñor almibarado

anida en el corazón de mi bandera púrpura

donde se deposita toda la poesía

en su sol azul, y danza

alrededor del río de jengibre

 que me despertó del sueño,

perlado de tinieblas patrióticas:

inflamadas guirnaldas, aleluyas infantiles ,

corona fluvial que abre el laberinto

inmenso de los páramos,

recorriendo a oscuras a la grupa de mi pasión.

Fanal tétrico que palpita

en la ovalada diadema de mirtos,

donde se enarbolan los húmedos estandartes del folklore

cubriendo los castos pezones de cuarzo,

pétalos de armiño que arden

en la magnolia selvática de esta patria.

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