La
partida quedó en tablas
La hoja estaba en blanco,
Retándome,
Como si fuera un pistolero
Del antiguo Oeste.
Me miró fijamente,
Sus dedos temblaban
E incitaban a que desenfundase;
Le hice varios amagos;
Pero no se alteró;
El duelo era a muerte,
Aunque sin violencia,
Ninguno de los dos
Deseaba derramar sangre;
Lo importante era
Conseguir la humillación
Por ambas partes.
La hoja no se rendía,
Era orgullosa,
Quizá confiaba en su extensión,
Hoy, ni tú,
ni nadie,
Podrá conmigo.
La tarde comenzaba a proyectar sombras,
Y en la quietud del silencio,
Comenzó a hacer frío;
Más me veía en la obligación moral
De conquistar su campo;
La hoja lanzó unas palabras:
Amor, flores, hojas mustias;
Pero yo, no caí en la tentación;
Ese campo estaba demasiado trillado,
Quizá lo más adecuado
Fueran la venganza, el pánico,
Un mundo policial.
El reto, debería quedar en reto,
Donde no hubiese un claro ganador,
Una partida de ajedrez
Donde se firman tablas.
Hay días, que uno no se encuentra católico,
O no está en lo que se celebra;
Ya bastante es
coger el bolígrafo
Y mirar a la cara a una hoja en blanco,
Cuyo pentagrama emocional
Siempre es demasiado alto.
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