sábado, 18 de febrero de 2023

Tras el vespertino crepúsculo

 

Tras el vespertino crepúsculo.




El crepúsculo vespertino cómplice del lobo, 

nubla la frente del minero agotado.

 Se desperezan las sombras que como látigos

 castigan las alas de un viento que perdió su brújula.

 Se alza el mortuorio telón 

que envuelve la ciudad de asfalto,

 poblada de rameras tuberculosas 

trazando las simetrías de su común abismo 

en el fuego de la gélida noche.

Su arrogancia trafica con el infierno entreabierto 

de los sombríos poetas

Donde el ardiente esmalte de sus labios

 muestra la usura de unos años

Devorados por los extravagante aires de grandeza.

La mirada encendida por el horror de los espectros

 se amotina en el tenebroso orgullo, 

cual corrosiva lapa que se abisma 

en los labrados palacios de su alma.

Enamorado tal vez de la daga brutal 

que sazona la sangre esclava,

 escala el tedioso teatro de la voluptuosidad 

invitando a soñar con lo eterno,

 después de perder su oro el tenaz jugador 

extrae de su conciencia el fanal matutino.

Esponjosos cerebros adormecen 

las inquietudes de aulladores exilios 

que el pecho encierra, semejantes a los espejos fecundos 

que reflejan las gráciles formas de los núbiles cuerpos 

hechos de hueso, carne y brocados.

Humeantes orgías dilatan las pupilas del sol, 

mientras la aurora susurra enrojecida

 su penosa confidencia almizclada con el ángel y el ídolo,

 para después coagularse en el gigantesco altar

 donde chirría su vivísima alma.

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