Los
campos de exterminio
Todos veían
que la gente que se llevaban
Ya nunca más volvían;
Todos presentían que los llevaban al degolladero;
Pero tenían la paciencia de esperar.
Su única esperanza era el perdón
De unos esbirros que actuaban sin razón,
Esbirros sin corazón y sin alma.
Eran víctimas, sin esperanza, sin luz,
Nueces inertes esperando a ser estrujadas
Por la mano atroz.
Es muy fácil preguntarse décadas después
Por qué no hicieron nada
Si tan claro veían su final;
Todos hubiésemos preferido
Que se revelaran, que se mataran a sí mismos
Con la ayuda de una mano compañera;
Pero el problema, es que nadie tenía
La suficiente fuerza para apretar una tráquea,
Ni tenían cuerdas con las que poder colgarse.
Por eso pretendieron dar lástima,
Para que alguno de sus verdugos se echase para atrás.
Desgraciadamente, eso nunca pasó.
Serían jabón para limpiar las manchas de sangre
De las ropas de sus verdugos.
La liberación fue muy tarde;
Pero al menos hoy sabemos
Que existieron los campos de exterminio.
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