ANTE UN VIENTO
PERENNE DE TRISTEZA
Arde
el ancora que chirría engarfiada
en
las agallas del lucio,
penetrando
en el más allá de su angustia.
Delirantes
sombras taladran el eco
de un cristal que no puedo ver.
Laberinto
de virus sin sangre,
desnudo
ante los ojos del hurón
que
se olvidó del sol de la libertad.
La
cruz no quiebra la guerra,
las
quinielas del átomo
sucumben
en esta ciudad viva
donde
se hincha con disco de dolor,
y
los hongos pútridos,
resuenan
con la lúgubre marcha
donde
se crepita la luz en su embudo hirviente,
puñales
y escorias, armas de la vida,
lluvia
anónima de pétreas lágrimas.
El
gusano concilia su túmulo
en
las vísceras del pueblo
Bestiales
imágenes generan
cadenciosamente
su vórtice vulgar,
arcada
invisible del alarido humano,
episodio
feroz de esta geometría fúnebre,
víbora
de fuego que se consume
en
el tórrido grito del ser
vibrando
ante cada golpe del sarmiento de acero.
Mientras
en mi interior yermo
una
red de sol se desmaya
ante un viento perenne de tristeza.
*
* *
No hay comentarios:
Publicar un comentario