Mi última palabra
Vivimos en insensibles tiempos
en los que las noticias terribles corren sombrías.
Creedme que no es casualidad
que se beba la violencia en vasos de marasmo,
donde priva la injusticia mezclada
con la desfigurada cara de la amabilidad.
Estirpe de héroes que chocaron sus manos
para talar los voraces torbellinos de la guerra
donde se abandonan las esperanzas.
De allí envían mensajes invisibles
a los fértiles lauríferos hambrientos de gloria.
Que como juguetes de la naturaleza,
aceleran las vidas tras la silueta intensa
que
ojea una gramática de sangre.
Tras ser arrojada al fondo del silente abismo
en insigne éxodo, van a un país extranjero
que restaura sus inquietas fronteras,
destrozadas por el tornado de
la última palabra.
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