Colillas
sin corazón
Comencé masticando pan,
Luego chicle,
Luego regaliz,
Después tabaco;
Ahora mastico estímulos,
Lagrimas.
Lloro hasta por la caída de un botón
Que en la chaqueta prendió mi madre.
El día puede ser atroz
¡Y me odio!
Quisiera echarlo por el retrete
A la vez de otras muchas cosas
Que no cabrían en un pañuelo.
La colonia me pide sus respetos;
Pero es que mis flores son un desastre,
Mis libros son basura;
Pero como buen ecologista,
Los conservo aunque no sea
Más que para distraer la mirada en sus lomos;
Mientras, los ceniceros se llenan
De colillas
sin corazón.
Se puede vivir un par de años,
Y el resto, sólo servir para sumar o restar
Según se mire.
El tiempo se bruñe con bayeta
Y el alma fabrica sangre
Con la que se lubrica el reloj de la vida.
Se puede escribir
Hasta hacerte callos en las manos;
Pero esos escritos son leídos
Por sombras,
Que no tengo el gusto de conocer.
Yo jamás podré ser tú,
Mi presente se haya narcotizado
Por un futuro que te invita a caer.
La obsesión desbarajusta mis planes
Y el amor es impensable;
Son muchas las piezas de ese puzle,
Y el ordenarlas, me volvería loco.
Me siento olvidado por las estrellas;
Pero nunca se olvida de mí la lluvia.
¡Toda me cae encima!
¡Y cala hasta los huesos!
Mi paraguas se fue volando
Arrastrado por una ráfaga de viento infantil
Y no tenía fuerzas para correr tras él.
Sí, es cierto que me he rendido muy pronto,
Que la tristeza es el aire que respiro,
La vida y la muerte se anudan
En la ansiedad inútil
De un perezoso ecologista,
Al pensar que las lágrimas
Deben quedar atrapadas tras los párpados,
Ahogando el orgullo en la conciencia,
Como el paraguas arrastrado por el viento.
El problema peor de todos
Es que alguien siga mis pasos,
O quede quieto,
Siendo entonces un pañuelo lleno de sudor
Tirado por la calle
Y que cualquiera puede pisar.
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