Viajes nocturnos
I
Como la polilla, me he acostumbrado
A hacer viajes
nocturnos
En busca de la luz.
Muchas veces, la encuentro en mi blog
De simples notas.
Flechas disparadas por un arco
Que suele tener la cuerda floja;
Pero las voy entrelazando
Hasta que al final consigo
Sean unas anécdotas cuerdas,
O locas, según se miren,
Pues pueden empezar con una mirada
Y acabar con un ardiente beso.
Un beso a la lechuza que se arropa en la noche;
Y que en vez de beber el aceite de las iglesias,
Se bebe la tinta negra de un bolígrafo
Que compré a precio de saldo;
Pero que sirve para realizar su cometido.
Las ideas cuelgan como racimos de pimientos
Curtiéndose al sol.
Hasta las calabazas, pueden convertirse en carrozas
Para viajar a los palacios de cúpulas doradas,
La estufa prendida,
Chasquea mientras se consume la leña,
Indicándome que tuvieron vida,
Y que sus cenizas, servirán para fertilizar el huerto;
Un huerto de emociones y suspiros graves,
Pero que a la postre,
Acaba con la bendición de sus agradables frutos.
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