jueves, 26 de enero de 2023

El banco de mi pueblo

 

El banco de mi pueblo


 

Un banco,

 Al lado de una pared solariega,

Solitario permanece;

Acariciado por las primeras sombras

De  nubes que el viento mueve.

¿Pero es un banco si no cumple su cometido?

Un banco es para que alguien se siente,

Para tomar el sol o la sombra

Según dependa.

El banco no tiene ojos

El banco ni padece ni siente

Sólo lo hacen aquellos que lo ocupan;

Pues a veces,

El hombre se asusta,

Se intimida si es  constantemente observado,

Por estar sentado en un mentidero,

Donde las exageraciones

Se extienden hasta las estrellas.

Las miradas adolescentes no tienen límites

Llegan hasta el mar;

Y los niños,

Juegan con sus cochecitos de plástico

Haciendo carreras por sus pistas agrietadas;

El petirrojo usa lo alto del respaldo como mirador.

Cuando no está ocupado,

 A su alrededor todo duerme

Exceptuando los pequeños remolinos

Que hacen  que las hojas desprendidas

Giren sobre sí mismas.

El banco que me refiero por su edad,

Ya está siendo colonizado por termitas,

El petirrojo vuela y desaparece,

El niño, prefiere jugar con  la tierra

Porque a su cochecito se le rompieron las ruedas

Y los amantes,

Prefieren pasear por las alamedas del río.

Más el banco se vuelve más atractivo

Al llegar la noche,

Pues es entonces

Cuando se vuelve observador y testigo.

Oye los besos sonoros

Y el roce de los traseros enamorados;

Aunque jamás dirá nada,

Es sólo un banco de madera,

Por lo tanto,

 Pueden estar seguros con él.

Es discreto,

O al menos lo es

El único banco que mi pueblo tiene.

 

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