Los
sueños sólo ven fantasías
Vuelan con sus alas de grajo
A través del cielo de riqueza;
Pero esos sueños se desvanecen
Como lo hace la luna ménguate.
El sempiterno terror
Encuentra su verdadero sentido
Cuando el río tirita ante su paso lento,
Como la lujuria en el hastío.
Los sueños sólo ven fantasías
Y da de bruces con la verdad;
Pues el agua del mar
Pese a los murmullos de las olas,
Te hace escocer los ojos cuando entra en ellos;
Los cofres del tesoro se hayan vacíos
Por las sucias manos del avaro pirata;
El presente se ríe de los sueños estrambóticos
Derrotando a la conciencia;
Ya que el rumbo, no está en las estrellas,
Ni en las páginas amarillas de un diario.
Los ojos lloran ante la primavera helada,
Pues el romanticismo llora
Si el corazón se rompió
Tras el beso que se congeló en los labios,
Siendo eso, lo peor que nos puede pasar.
Nuestro carácter mastica la tragedia
Cuando vemos que las pequeñas esperanzas
Se desesperan ante el árbol seco o abatido.
La tristeza y las arrugas del rostro
No se
pueden apartar con las manos
Ni hacer desaparecer las heridas
Por la piedra arrojada.
Todo deja cicatriz,
Incluso la infancia,
Pues el viento te impide aletear.
El engaño es un tigre enjaulado
Que tras los aceros, afila su venganza;
Las huellas, nuestras huellas,
Son telarañas melancólicas
Al tiempo que la conciencia se vuelve primitiva.
Los buenos amigos ya no existen,
Sólo los remordimientos,
Los dientes castañetean de rabia
Tras producirse el trueque del cielo por infierno
Firmado dicho trueque con la tinta de la noche.
Quizá sólo el corazón confía
Pese a ese tigre sin nombre
Que hizo quebrar las alas
Y golpear la espalda con sus pasiones
Hasta llevarnos a un callejón sin salida.
Los sueños no se hacen responsables
De que se propaguen los truenos del deseo;
Unos cuantos kilos de más
Y varios miles de cabellos menos,
Son el fruto para que la vida nos llame tontos,
Por creer en los mitos y en los sueños;
Los años se airean como geranios rotos,
El verde existía
a muchas leguas
Demasiadas diría yo,
Mientras los
cerros tapaban el sol
Con segundos interminables;
Los espectros no reconocen las cifras de los años
Les da igual diez que cien;
El eco replica nuestras quejas
Que jadean emborrachadas
Por tantas tretas
Para hacer que el corazón siga latiendo;
Pero el látigo, sigue en manos del hombre,
El cual toma partido
Hasta agotar el río que flirteaba con la luna
Y con los reflejos del espejo que preferimos evitar.
¡Ya estoy hasta los testículos
De la música del sol!
La memoria se olvida;
Pero el presente vibra
Como una cuerda de guitarra.
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