El
ego de los dioses terrenales
II
Está claro que, para algunos,
Nuestra codicia no debe ir más allá
Que la de compartir el sol, el aire o la lluvia;
Pues hasta los ríos y las montañas tienen dueño,
Y no es Dios precisamente;
Salvo... que llamemos Dios,
A los bancos,
los magnates de las fuentes de energía,
O los dictadores que son amparados por sus propias
leyes.
¡Pero cuidado con decir que:
Vives del viento o que eres feliz respirando su
aire!
Porque entonces, serán capaces
Hasta de ponerle un impuesto para joderte la vida.
Lo mejor es decir que vives a disgusto
Aunque aún puedas beber agua de los charcos,
Porque el que seas feliz
Aún vestido con harapos, les fastidia.
Sólo ellos tienen derecho a ser felices,
Es decir: los dioses del Ferrari, el yate,
El jets privado y
la mansión de lujo.
Y ya, ni pensar quiero, si todas estas cosas
Fuesen asequibles para los demás mortales,
Porque por su elevado ego, estos dioses,
Serían
capaces de hacer explosionar el planeta
A base de bombas nucleares,
Hasta convertirlo en polvo cósmico.
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