La
última gota del alma
El viejo olmo lloró
Y su última lágrima,
Por la hoja deslizó
Llegando al lago del alma.
La noche ya se está echando
Envuelta en sus rojas alas,
Hasta convertirse en rosas,
Gráciles rosas del alma.
Fuente de heroica virtud
Cual blancas perlas de nácar,
Exorcizan el horror
Que por mi frente cabalga.
Pues el centauro de hielo
Llenó de quejas amargas,
Dejando el camino estrecho
Por las espinosas zarzas.
Hoy entre los verdes tréboles
La suerte ya no
acompaña,
Después de dar el mal paso
Se desangró de nostalgia.
Se insubordinó el invierno,
Arrastró postreras lágrimas,
Lágrimas que son el yoga,
Que rehabilitan el alma.
Junto a las hojas del olmo
Que la tempestad arrastra,
Fue tras ella el corazón
Con ferviente fe cristiana.
Pues los más feos pecados
Purifican en las aguas,
De aquel lago melancólico
Impregnado de esperanzas.
.
En corroídos maderos
Se tejen telas de araña,
Donde se
enreda la mosca
Bailando danzas macabras.
Igual que enredan los párpados
Si es profunda la mirada,
En esos seres que amamos
Y que un día nos dejaran.
Vagando van por los cielos
Las sonrisas de la infancia;
Pues el
huracán del tiempo
Arrastró hasta despeñarlas.
Eran palabras mayores,
Mayúsculas de fragancias,
Que postraron ante mí
Y nunca… podré olvidarlas.
Ahora el olmo ya está seco,
Triste, sin hojas, sin savia,
Pues todo ello fue a parar
Al hondo lago del alma.
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