Juegos
nocturnos
Bebí del
néctar sagrado de la noche
Y quedé aturdido;
Apagué mis brasas
con café hirviendo
Dejando mi pecho al descubierto,
Para exhibir los relámpagos del rumor
De un mundo
que, tras ser espiado,
Con sus juegos nocturnos
Expande los secretos de los débiles.
La navaja corta los labios;
Pero se ve incapaz de extinguir el fuego de mi boca.
El azul del luminoso día
Cede ante el cristal ignoto de la noche,
Donde el infierno, con sus flores de trapo
Adornan las cruces de las tumbas.
Colmenas de cemento y fuegos fatuos,
Donde yacen
los sueños recurrentes,
Tras ser aguijoneados con rabia
Por los
avispones de la noche.
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