Le llamaban
“La muerte”
Aquel grupo de amigos,
Nunca pensó que les cambiaría la suerte;
Cada semana jugaban a la lotería
Que cogían en el mismo bar donde solían juntarse.
Llevaban varios años apostando al mismo número.
Alimentados con la esperanza que les daba al obtener
Alguna postura o alguna pedrea.
Más un día, se llevaron la sorpresa
Que habían sido agraciados con el primer premio;
Un premio que reconocía su insistencia,
Pues por raro que parezca,
La lotería,
todas las semanas toca a alguien.
¡Qué felices se sintieron!
Todos entonces se creyeron con suerte.
Ahora, podían realizar sus sueños:
Dieron la entrada para la compra de un piso
Y cambiaron sus viejos coches
Por unos de mayor potencia
Y con formas más deportivas.
Había que celebrarlo, y eso es lo que hicieron;
Pero después de un día de desenfreno
Y ya regresando a casa de la capital,
Tras apurar el motor
En una curva cerrada, se salieron.
El coche quedó para el desguace,
Tres quedaron muy mal heridos
Y el conductor, al que curiosamente
Le llamaban “La muerte”
Debido quizá a su largo historial de reñidor,
Falleció en el acto.
Murió “La muerte”
Y se quedaron sin su amigo de aventuras.
Cuentan que ahora,
Cuando pasan por la fatídica curva,
Frenan y se
acuerdan que allí murió “La muerte”
E incluso aseguran que se les aparece,
Y hace señales con los brazos
Para que aminoren la velocidad.
La muerte, tenía excesivas prisas
Y fueron las prisas las que quisieron rebautizarle.
La muerte, llamó a La muerte,
Y la muerte, hizo caso obedeciendo como un siervo.
¡Qué mala suerte!
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