jueves, 26 de enero de 2023

El ángel y el niño

 

El niño y el ángel

 


De niño,

Arropé en mis brazos a un ángel,

Lo mantuve arropado durante mucho tiempo,

El ángel me daba su compasión

Y a la vez,

Me protegía con sus alas puras.

Más llegó un momento

En que ya no bastaba con un ángel del cielo

Y busqué un ángel terrestre,

Dejando desplazado al ángel del cielo.

Entraron en juego las pasiones

Y la sed por beber de aquellas cosas

Que no había probado.

Probé de los fluidos del atardecer

Con sus néctares escarlatas

Y absorbí hasta la última gota

De los placeres mundanos,

Rodeado de ángeles con alas negras

Portadoras de la desvergüenza,

Hundiéndome en los barrizales

Originados por las lluvias de la noche.

Quería ser como los demás,

Sin imaginar que aquel cielo

Se había convertido en un infierno.

Las semillas del vino

Brotaron hasta convertirse en botellas,

Cuyo brillo, sólo iluminaba mi boca.

El alma color nieve

Había tornado a  negra, como los secretos,

Los cuales, desfilaban

Como un enjambre de avispas

Danzando alrededor de mi cuello,

Como la soga rodea  al condenado a la horca,

Pues hasta los ángeles

Se les puede helar la sonrisa.

Fue entonces cuando descubrí

Que todos los ángeles

Se habían vuelto contra mí,

Ya no podían venir en mi auxilio

Sino que venían para señalarme.

Todo fue por culpa de la noche

Dejando al corazón solitario.

El aire aprisiona dolorosamente

Y las estrellas, parecen ojos de víboras

Capaces de matar cualquier esperanza.

Las malas influencias fueron venenos,

Cofradías de envidias

Saciadas por su naturaleza exhausta.

Ya nadie escucha las voces de mi corazón,

Y las magnolias permanecen en silencio.

A veces, el destino muere joven

Lapidando así al espíritu humano.

Las relaciones aletean por el espacio

Y el trueno estalla en las manos abiertas.

Es inútil amordazar  a los secretos,

Estos, están arrastrados por la pena desbordada,

Y la sonrisa cósmica,

Se hace patente en el rostro

Donde cada vena colorea,

Y hace que permanezcamos vivos;

Bebiendo de la espuma

De un mundo anárquico,

Que se pudre en la aurora.

El oro del sol desaparece

Y sólo quedan  tinieblas

En lo que antes era paraíso.

El corazón envejece

Por más que intentemos maquillarlo,

Las plumas de la libertad  se desprenden de sus alas

Cayendo víctimas de su orgullo.

El alma ya no tiene visiones

Y lánguida, hace agachar la cabeza

Como el girasol lo hace en la tarde.

Ahora deseo que el ángel que de niño abracé

Sea  quien me abrace con sus alas;

Pero eso, temo que es imposible,

Porque ya es imposible

Volver a ser otra vez niño.

 

 

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