domingo, 29 de enero de 2023

La música del corazón

 

La música del corazón


 

La música

 Se encuentra entre las ramas,

Basta con la vibración

De una tela de araña.

A veces la música

Es imperceptible

Para el oído humano,

Pues flaqueamos en este sentido;

Por eso, para la mayoría,

 La música tiene que oírse fuerte

Para ser escuchada.

La música,

 Puede hallarse en las pestañas,

En sus ligeros pestañeos;

Y con esa música

Intentamos que se nos escuche,

Que se perciban a través de ellos los sentimientos,

Bien sean de angustia,

De desesperación o de deseo.

Pero hay gente que al carecer

De esa extraordinaria sensibilidad

Lo malinterpretan.

Entienden que son nuestros ojos

Los que no pueden soportar su peso,

Quizás porque sienten vergüenza

E  infravaloramos.

Queremos conquistar el mundo

Con la música de nuestros pestañeos;

Pero lamentablemente,

Nadie nos oye;

 Más por el contario,

Se nos ridiculiza y desprecian,

O en el mejor de los casos

Les somos indiferentes.

Dicen que la culpa es de nuestros ojos,

Cuando son  a través de ellos

Cuando se puede descubrir el alma.

Un alma quizás agotada

Por el  solfeo del llanto.

Continuamente nos ofrece su concierto;

Pero la tela de araña

Vibra insonora para la razón

Que no entiende que no tengamos otro instrumento

Capaz de propagar las notas  del corazón.

Por eso el amor

 Es ciego y sordo,

Viendo sólo los destellos del oro

Y el vibrar materialista

De un fajo de billetes.

Sólo triunfan los que suenan fuerte;

Pero en esta vida,

Los jóvenes valientes y con fe

Son los que antes mueren.

Sólo el humilde pestañeo

Es fiel a su ideal,

El que más perdura,

Porque son los que surgen

Del manantial del alma;

Fuente inextinguible,

Aunque la mayoría se niegue a probarla.

Por eso, le digo a la chica que me dejó

Que no vio el movimiento de mis pestañas,

Que se precipitó,

Que buscó el bombo y platillos,

Que a la postre,

Son sonidos estridentes

Que enseguida cansan

Perturbando la paz y el espíritu.

 

 

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