El
manoseo
Hoy vamos a jugar
Al divertido juego del manoseo:
Manosear nos divierte y entretiene;
Pero cabe el riego que,
De tanto manosear,
Aquello que estamos manoseando
Acabe perdiendo su valor,
Pese a que lo que manoseamos
Sean aquellas cosas que más admiramos.
Nos gusta manosear un cuerpo que nos gusta,
Pero llegamos al perjudicial acoso,
Y eso, ya no es tan divertido
Para quien sufre ese constante manoseo.
El manoseo es extensible
A cualquier palabra que se nos ocurra;
Las palabras, están encerradas en una jaula
Y cuando abrimos la puerta escapan:
¡Pero ay de aquella que escape primero!
Porque entonces,
La capturamos con nuestro cazamariposas
Y vilmente la manoseamos.
Hacemos poemas, la besamos,
Y acabamos martirizando la palabra,
Ya sea una mariposa, un pájaro,
O un perro que se haya meando.
Nos sorprende por ser la primera palabra
Que se escapó de la jaula,
Sin saber que con nuestro manoseo
Le privamos de su libertad;
Pero como cada cual es libre,
Esa palabra la utilizamos a nuestro antojo.
Que el amor es bello, lo sabemos todos;
La guerra, el hambre, el frío…
Son palabras odiosas, lo sabemos todos;
Pero son agua y aceite
Y por más que las manoseemos
Siempre acaban por separarse.
Más nos empeñamos en manosearlas
Hasta el punto de convertirnos en verdugos de las
palabras.
Todo depende del ánimo del día,
De si brilla el sol o no,
Tan pronto la subimos a la cumbre para realzarla,
Como después
la pisoteamos en el charco de la indiferencia.
Pues cuantas cosas se han desarrollado con la misma palabra;
El mal y el bien danzan a la vez ante el fuego,
Y tras nuestro manoseo
Todo se convierte en luz u oscuridad.
Había que estar varios siglos inertes, sin tocar
nada,
Quizás entonces las palabras
Cobrarían un único sentido,
Quizás entonces, no tuviéramos que,
Colocarles plumas
a los hombres para poder volar,
Ni cola de pez a una mujer para ser bonita.
Algunos dirán que eso es debido a las metáforas;
Pero yo insisto en que es debido
A nuestro manoseo constante
Con todas las conjugaciones del verbo manosear.
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