miércoles, 26 de diciembre de 2018

Reflexiónes en un atardecer


Reflexiónes en un atardecer

 


Yo no sé por qué se van las golondrinas.

Yo no sé por qué el hombre ha de emigrar,

Yo no sé por qué existe tanta codicia,

Yo no sé por qué en la tierra falta el pan.

Ni por qué con resplandecientes atardeceres

Uno tenga que malvivir en su querido país.

Me fastidia que existan tantos mercaderes

Con el trabajo honrado del pobre infeliz.

Pero sí sé una cosa. Lo que uno puede sentir

Porque en mis carnes magulladas tal vez

Me traiga recuerdos de un oscuro pasado

Cuando se comercializaba con la raza humana.

¡Sí, ya sé que aquello era la esclavitud lejana!

Para que otros tuvieran su vida holgada

Sin preocupaciones, nadando en la abundancia;

Pero ahora existe otra fielmente consagrada,

Esbozada, y ya por muchos hombres aceptada.

Claro está que, para permanecer en un rebaño

Se tenga que ser una dócil oveja;

Pero por más dócil que sea el rebaño

Nunca dejarán de ser pobres ovejas.

 

 

 

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