AMIGO DE LA
LIBERTAD
No maldigas,
amigo de la libertad
el fresco
silencio de tu sangre,
el desprecio es
un gesto humano,
un gesto de
geometría viva.
La sangre de la
guerra
se ha secado, y
tu voz,
fúnebre caracola,
distorsiona el
tañido
de la luminosa
campana
de la catedral.
Tu silencio,
con su fórmula abstracta,
vibrará con el
eco subterráneo
y desplegará
sus banderas
como espíritus
locuaces
dirigidos hacia
el fin eterno.
Pues el hombre
no muere,
es un soldado
de amor
que no tiene
límites,
como los
árboles de las riberas del río,
que, inmóviles,
saborean
la victoria
continua,
descubriendo la
luz del cielo
a través de un
río de sueños
llenos de
hojas.
Y en sus retorcidas raíces
se dibuja el
espejismo fugaz
del latir del
corazón.
* * *
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