viernes, 21 de diciembre de 2018

El anciano


EL ANCIANO

 

En la profundidad del bosque,

entre una maraña de soberbia gris

las hojas en invierno se voltean al paso de las aves frías.

En su lecho se respira el aire gélido

que emana de los árboles,

serpientes sin párpados

 que danzan petrificadas sobre un manto de armiño.

La aurora se extingue en las solitarias barrancas

donde el fuego aéreo da las espaldas a la luz

perforándole el corazón con sus agallas negras.

Los ojos se vencen ante el puñal del mediodía

que en forma de torbellino viento

invade el escenario de estambres de caoba.

Salomónicos olivos de múltiples nudos

abrevan sus raíces en la sangre del cisne

que tras su parto de estalagmitas

convierte sus remotos pétalos

en aspas de molinos tremebundos,

 aleteando bajo el mar vidrioso de nuestros pies,

para después de extinguirse

en la exigua madreselva de la vida,

se sumerge en el vacío blanco de la vejez

y muere honrosamente

tras convertir su corazón

en amarillo serrín.

* * *

 

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